Convierte y Cree en el Evangelio (Mc 1; 1,15). Con estas palabras del
sacerdote comenzamos el tiempo de Cuaresma que resume lo que debe ser este
tiempo para todos los cristianos. Por un lado, renunciar a todos nuestros
pequeños ídolos y dioses que ocupan los afanes y esfuerzos de nuestra vida
cotidiana; en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestra relación con el
otro y colocar a Dios en el centro de nuestras vidas. Pues como dice la
escritura "sólo tu Señor tienes palabras de vida eterna" (Jn 6,68).
Por otra parte, para colocar a Dios en el centro de nuestra vida tenemos que
creer en la eficacia de su palabra, en los Sacramentos, en ser hijos de la
Iglesia porque sin conversión no hay creencia; y si no nos creemos el mensaje
de Dios difícilmente podremos convertir nuestro corazón en un corazón de carne
abierto al amor, a la humildad y a la solidaridad con el prójimo. Comienzan cuarentas
días de peregrinación por el desierto en busca, como lo hiciera el pueblo de
Israel de la tierra prometida, despojándonos de todas las idolatrías,
armándonos con la oración para llegar a la noche cumbre de la Vigilia Pascual,
que nos abre las puertas del cielo. Iniciamos por tanto un tiempo para la
reconciliación, para la apertura total a Dios, al hermano, donde el débil y el
afligido ocupe el primer puesto en nuestro corazón, y no se alcanzará, si como
creyentes al dirigirnos a Dios no ponemos nuestra mirada en María.
Mª Nieves Sánchez Tenorio
Presidenta Consejo Local Hermandades y
Cofradías
Arcos de la Frontera
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