Que difícil parece ser
construir relaciones duraderas y que fácil suele ser destruirlas. Insultamos a
nuestros seres queridos con arrebatos de cólera, perturbamos la paz del hogar y
ofendemos a otros con ofensas y calumnias. No tuvimos intención de ultrajar,
calumniar o insultar a los amigos ni de tratar despectivamente a los demás;
pero por falta de control, prudencia y cuidado, nuestro temperamento se disparó
de manera descontrolada, hiriendo a quien encontró a su paso y dando un
lastimoso espectáculo.
De acuerdo a Orison
Swett Marden, aunque algunos crean que no pueden dominar su temperamento, ya
que sus estallidos acontecen sin pensarlo, lo cierto es que siempre estamos en
control.
"Todos podemos
regular nuestra manera de pensar y nuestras emociones, de suerte que nuestro
cuerpo no funcione nunca descompuestamente ni el cerebro actúe jamás a su
antojo. Hay personas que nunca pierden la serenidad, aunque las provoquen
violentamente. Personas en cuya presencia no se nos ocurriría perder los
estribos; en su presencia siempre estamos en control.
Pero en la intimidad del
hogar, donde nadie nos reprime, o delante de un empleado, muchas veces solemos
arrebatarnos a la más ligera provocación.
Esto demuestra que
podemos dominarnos más de lo que suponemos. Infortunadamente, en la mente y en
el corazón de muchas personas anidan rencores, celos, envidias, antipatías y
prejuicios que, si bien no se manifiestan muy violentamente, van creciendo allí
dentro hasta envenenar el alma".
Recuerda el postulado
principal de la ley de la atracción: -
-Atraerás hacia ti
aquello que se asemeja a lo que ya se encuentra dentro de ti.
Imagínate cómo cambiarla
nuestra conducta si tuviésemos cuidado con la manera como tratamos a los demás,
con nuestros modales y hasta con el tono de voz que utilizamos al dirigirnos a
ellos. Los modales son un lenguaje muy influyente en nuestra actitud y en la de
cuantos nos rodean.
Muchas fricciones entre
las personas provienen del tono de voz, porque la voz manifiesta nuestros
sentimientos y actitud respecto de los demás. El tono áspero, que expresa
contrariedad y una pobre disposición de ánimo, puede suavizarse. Si cuando la
cólera nos enciende la sangre bajáramos el volumen de la voz, lograríamos
apaciguar la exaltación.
Todos hemos visto cómo si
a los niños contrariados o malcriados se les deja llorar a sus anchas, les
sobreviene la rabieta con alaridos y pataleo. Y cuanto más gritan y lloran más
violenta es la rabieta. Sin embargo, también hemos visto que cuando les
ayudamos a tranquilizar su voz, se extingue el fuego de su actitud.
Sería mucho mayor la
felicidad en el hogar si todos los individuos de una familia acordaran no
gritarse nunca.
Refirámonos a otras
personas en los términos en que quisiéramos que ellos se refiriesen a nosotros.
Cuando estés hablando de alguien, siempre pregúntate: ¿Cómo se sentiría esta
persona si estuviera presente, escuchando lo que estoy diciendo de ella? ¿Se
sentirla bien o mal? ¿Mejoraría su autoestima o empeoraría? Recuerda que todos
nosotros estamos en capacidad de impactar positivamente las vidas de aquellos
con quienes entramos en contacto.
La Palabra de Dios es
sabia y nos encamina a tratar a los demás como quisiéramos que nos tratarán y
también nos enseña que tenemos Dominio Propio sobre nosotros mismos, que solo
tenemos que poner de nuestra parte y podremos doblegar ese yo interno que
quiere salir y hacer daño y dominarlo a que haga lo que en realidad siente
nuestro corazón.
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