Algunos viajeros, que viajaban a lo largo de la costa del
mar, subieron a la cumbre de un alto acantilado, y dirigiendo su mirada hacia
el mar, vieron en la distancia lo que ellos pensaron era un barco grande.
Ellos esperaron con la esperanza de que aquello entrara a
la bahía, pero a medida que el objeto se acercaba a la costa, supusieron que
más bien se trataba de una pequeña barca.
Cuando sin embargo, el
objeto alcanzó la playa, descubrieron que sólo era un haz grande de leña y
palos, y uno de ellos dijo a sus compañeros: “Hemos esperado inútilmente, pues
después de todo no hay nada para ver sino una carga de madera”.
Nuestras meras ilusiones y anticipaciones de la vida, son
más grandes que las realidades.
Fábula de Esopo.
La narración de hoy nos deja ver la tendencia humana a
ver espejismos provocados por nuestras propias expectativas y sueños. Queremos
ver algo con tanta intensidad que acabamos viéndolo sin que en realidad se
presenten.
Pero por otro lado, Dios sí anhela que miremos más allá
de nuestras circunstancias actuales… que le contemplemos a Él y a Sus promesas,
cómo se levantan poderosas para dar respuesta a la más complicada de nuestras
necesidades.
Y lo más hermoso es que con Dios, aquello que vemos en el
horizonte no será un cúmulo de maderos… sino una enorme y lujosa embarcación
provista de todos los recursos y bendiciones que necesitamos para salir avante.
Adelante y que el Señor les bendiga.
Raúl Irigoyen
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