Una broma de mal gusto
Juan de la Calle , que desde hacía tiempo nada sabía de él, recientemente me ha gastado una broma de mal gusto, porque está admitido que en la vida las cosas dan muchas vueltas y nunca se sabe lo que nos puede deparar el futuro inmediato. El asunto fue que nos dimos de frente en una plaza sin la compañía de su amigo del alma, Pepe Español, y me aventuré a preguntarle, de manera prudente y con mucho respeto, que por dónde andaba su amiguete que hacía tiempo que no lo veía. Su respuesta no se hizo esperar:
─A Pepe le ha salido una colocación de cerca de dos años, de dieciocho meses ─ puntualizó.
Volví a interpelarle si el trabajo era como conductor, que es lo suyo, aunque el hombre tenía últimamente la retirada temporal del permiso de conducir por cierta infracción, y Juan me dijo que no, que ahora no tenía que pisar el asfalto. Uno, con cierta ingenuidad y sopesando que con el número de parados que hay el que Pepe hubiera conseguido una colocación no era nada fácil, experimentó cierta satisfacción, hasta que a renglón seguido me referiría Juan que su amigo estaba en el talego por condena firme, a consecuencia de no sé qué altercado de hacía tiempo y posterior quebrantamiento de las recomendaciones del Sr. Juez
La verdad fue que la noticia me impactó, porque Pepe me parece buena gente aunque de carácter un tanto impulsivo y dado a levantar el codo más de la cuenta. Pero bueno, a lo que iba, el planteamiento que me hizo Juan del trabajo de su amigo, en forma de chanza, no me pareció nada correcto, quizás por aquello de que: “cuando las barbas de tu vecino veas afeitar pon las tuyas a remojar”.
Arcos de la Frontera (Cádiz), 07 de septiembre de 2012
Salvador Hueso Sañudo
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