DEBEMOS CREER.
Que con ternura, un cuerpo y un corazón sin vida;
pueden volver a
latir.
Que “la casualidad” nos une a seres que acrecientan nuestra
esperanza.
Que no debemos poner limitaciones a los sueños por realizar.
Que nos han enseñado a dar y no sabemos recibir con generosidad.
Que la paciencia es la que mantiene la
esperanza.
Que nunca es tarde para arrepentirse y pedir perdón.
Que al sentir una
mirada, un corazón enamorado puede embriagarse.
Que sí se puede aprender a confiar nuevamente.
Que yo no puedo enseñarte lo que no tengo; pero sí podemos
intercambiar lo que sabemos.
Que hay que decir lo que se sienta, hacer lo que se piensa, y
dar lo que se tenga.
Que cuando un amigo se va, es que ha realizado la función por la
que estaba en nuestra vida.
Que la desconfianza nos hace no salir a la ventana para ver
quién llama.
Que es de sabios saber cuando hablar y cuando callar.
Que las palabras jamás se podrán recoger una vez que han salido
de nuestra boca.
Que hay que pensar muy bien antes de hablar, calmarse cuando se
esté airado, resentido y hablar sólo cuando se esté en completa paz.
Que hay un lugar en el corazón donde habita la esperanza y es en
ese lugar de nuestro corazón donde encontramos el calor necesario para sufragar
las noches solitarias de recuerdos y desengaños.
Que aún hay esperanza.
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