Cuando uno cierra ciclos en la vida siempre hay un vaho de nostalgia
en el aire acompañado de una lluvia de imágenes
que bombardean el cerebro.
Por lo general los que se consideran fuertes tratan de esconderla, aparentan
que no la sienten pero llega un momento en el que ésta desborda
y sale cual manantial, derribando a su paso todo dique.
Por el contrario, hay quienes no presentan dificultad para sentirla y hasta la
disfrutan aunque esto les cause pesar, generalmente el llanto abunda en ellos,
pero no son totalmente consientes de su situación.
Yo creo hallarme entre los primeros, porque mis
lagrimas luchan por salir y les cuesta trabajo rodar por mis mejillas, no es
que no quiera dejarlas salir, simplemente he perdido la costumbre ocupado en
otras venalidades.
Escribo esto mientras mis ojos comienzan nuevamente a humedecerse, mi habitación
se llena de nostalgia y un nuevo ciclo se cierra.
ANÓNIMO
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