Cuando te sientas mal.
No abandones la esperanza…
La esperanza te da fuerzas para seguir adelante.
Cuando sientas que ya nada te importa…
Nunca dejes de creer en Dios.
Mientras creas que puedes lograrlo…
Tendrás un motivo para intentarlo.
No dejes que nadie retenga tu felicidad en sus manos…
Sujétala en las tuyas para que siempre esté cerca de ti.
No esperes que lo que deseas venga a ti…
Búscalo con toda tu alma, sabiendo que la vida te encontrará a mitad del
camino.
Nunca te olvides de reír ni dejes que el orgullo te impida llorar…
Cuando reímos y lloramos es cuando vivimos.
No sientas que has perdido
cuando tus planes y sueños no alcanzan a cumplir tus anhelos.
Cada vez que aprendes algo nuevo sobre ti o sobre la vida, has avanzado.
No hagas nada que pueda disminuir el respeto que sientes por ti mismo.
El estar satisfecho con uno mismo es esencial para estar satisfecho con la
vida.
Cuando te sientas mal, cierra tus ojos y descubre la presencia de Dios. Él esta
ahí susurrándote suavemente que nunca te dejará desamparado. Cuando tienes esa
experiencia es cuando podrás decir: No tengo miedo. Nadie puede hacerme daño
porque Dios me ayuda
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