Un
padre llevó a su hijito por un paseo largo en el bosque.
Como era pequeño le llevaba sobre sus hombros por mucho rato. Luego le puso
sobre sus pies y le dijo que tendría que caminar hasta la casa.
Al rato el pequeño lloraba porque estaba muy cansado, demasiado cansado para
tomar un paso más.
El padre cortó un palito y lo limpió muy bien de toda astilla mientras el
niño observaba. Al terminar, dijo: "Mira, hijo, te presento con tu
propio caballito para que te lleve a casa."
Encantado, el niño se montó sobre su caballito y felizmente llegó a su casa.
Y en casa dio vueltas por todo el jardín hasta que tuvo que ir a bañarse y
acostarse, ya rendido.
A veces nuestro Padre nos lleva y a veces nos deja caminar, y muchas veces
creemos que ya no podemos más cuando alguien, movido por El, nos ofrece un
caballito - una idea, una promesa, una canción nueva, un cariño, una oración
intercesora, lo que sea, y sobre ese corcel llegamos a la meta.
¿Necesitan un caballito? ¿Otro hermano está necesitando un
caballito? Ofrezcámoselo con ternura, recordando nuestro propio cansancio a
veces. Eso hace toda la diferencia para un pequeño hermano.
Aprendamos a identificar cuando esos caballitos de madera vienen por parte de
Dios para entretenernos e impulsarnos para luego descansar en la noche con la
satisfacción de habernos divertido con el caballito.
Exodo 33:14
Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.
Deuteronomio 25:19
Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos
alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la
poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides.
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