Según una teoría de aerodinámica, demostrada
en pruebas realizadas en el túnel de viento, el abejorro es incapaz de volar.
Debido al tamaño, peso y forma de su cuerpo
en relación con la envergadura de las alas desplegadas, el volar es
científicamente imposible para él. El abejorro, ignorando esta teoría
científica va y vuela de cualquier manera y hace miel todos los días.
Esta estructura mental permite a una persona
comenzar cada día con una disposición positiva, como el ascensorista el lunes
por la mañana. El
elevador estaba lleno y el hombre tarareaba una tonada. Un pasajero irritado
por el ánimo del hombre le espetó: «¿Por qué está tan feliz?» «Bueno, señor»,
replicó el hombre alegremente, «¡Yo nunca he vivido este día antes!»
Cuando le preguntaron a Frank Lloyd Wright, a
la edad de 83 años, a cuál de sus trabajos consideraría como su obra de arte,
contestó: «Al próximo».
El futuro no solamente parece brillante
cuando la actitud es correcta, sino que también el presente es mucho más
placentero. La persona positiva entiende que el viaje es tan agradable como el
lugar de destino.
Tomado del libro: Actitud de vencedor. John C
Maxwell.
¿Por qué vuela entonces el
abejorro? ¿Milagro? ¿Terquedad del abejorro? O será el
milagro de la
terquedad. Menos mal que el abejorro no sabe nada de
aerodinámica, porque si no se quedaría pensando y diciendo yo realmente no
tengo condiciones para volar. Pero en su ignorancia vuela por terquedad o por
milagro.
Lo importante es pensar en cuantas veces nos
hemos quedado como seres humanos sin comenzar algo, porque otros nos dijeron
que no se podía. Vale la pena ser el objeto de la terquedad de un milagro.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
Filipenses 4:13
“Señor toda la noche hemos pescado y no hemos
logrado nada, más en tu palabra echaré la red” Lucas 5:1-5
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