Con
el tranque vehicular que se ve en muchas ciudades capitales, no está de mas el
estrés y el poner en práctica la habilidad al volante para así esquivar lo que
podría ser un accidente. Fue eso precisamente lo que me sucedió, tuve que
esquivar a otro carro que se cruzó en mi vía y fue allí donde realice la
diferencia en mi reacción de hoy y mi reacción de hace diez años. Wow, aún en
mi manera de manejar veo la diferencia de mi reacción y habilidad. Pero luego
vino a mí la analogía de que es precisamente igual en nuestra vida espiritual.
Cuando
somos jóvenes espiritualmente, y estamos conociendo a Dios, aprendiendo a vivir
como cristianos, nuestra
habilidad espiritual está aún bastante limitada o nuestras reacciones aún son
impulsivas e inmaduras. Sin embargo, a medida que crecemos aprendemos a
esquivar lo que podría ser un accidente fatal, pensamos nuestras acciones,
dependemos no de nuestras propias habilidades sino en las de Dios a través de
nosotros, nuestros reflejos están fundamentados en lo que tenemos por dentro,
en el lugar que Dios tiene en nuestro ser, porque a la final, nuestras acciones
son el reflejo de nuestro interior.
Así
que, a como nuestra habilidad para manejar un carro mejora de acuerdo a los
años de práctica, de esta misma manera deberíamos ver nuestra habilidad
espiritual, mientras más práctica tengamos, más impacto podremos tener en los
que nos rodean y en nosotros mismos. ¡Qué Dios sea glorificado con nuestro
diario andar!
Iniciativa
y perseverancia hacen la diferencia. ¡No te rindas, termina la carrera y clama
tu premio!
Rebecca
Contreras
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