Esta es una
conmovedora historia que se refiere a dos de los tres tenores - Luciano
Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras - que emocionaron al mundo cantando
juntos.
"Aún los que
nunca visitaron España conocen la rivalidad existente entre los catalanes y los
madrileños, ya que los primeros luchan por su autonomía en una España dominada
por Madrid.
Hasta en el fútbol los
mayores rivales son el Real Madrid y Barcelona. Pues bien, Plácido Domingo es
Madrileño José Carreras es Catalán. Por cuestiones políticas, en 1984, Carreras
y Domingo se volvieron enemigos.
Siempre muy
solicitados en todas partes del mundo, ambos hacían constar en sus contratos
que sólo se presentarían en determinado espectáculo si el adversario no fuese
convidado. Pero en 1987, Carreras se hizo de un enemigo mucho más implacable
que Plácido Domingo.
Carreras fue
sorprendido por un diagnóstico terrible: leucemia!!. Su lucha contra el cáncer
fue sufrida y persistente. Se sometió a varios tratamientos, como auto
transplante de la medula ósea, además del cambio de sangre, lo que lo obligaba
a viajar una vez por mes a Estados Unidos.
Claro que en esas
condiciones no podía trabajar y a pesar de ser dueño de una razonable fortuna,
los altos costos de los viajes y del tratamiento rápidamente debilitaron sus
finanzas. Cuando no tenía más condiciones financieras, tomó conocimiento de la
existencia de una fundación en Madrid, cuya finalidad única era apoyar el
tratamiento de leucémicos.
Gracias al apoyo de la
fundación hermosa, Carreras venció la dolencia y volvió a cantar. Demás esta
decir, que recibiendo nuevamente los altos cheques que merecía, José Carreras
trató de asociarse a la fundación.
Pero leyendo sus
estatutos descubrió que el fundador, mayor colaborador y presidente de la
fundación era Plácido Domingo. Descubrió que este había creado la entidad en
principio para atenderlo y que se había mantenido en el anonimato para no
humillarlo al tener que aceptar auxilio de un enemigo.
El encuentro más lindo
y conmovedor fue el encuentro de los dos, imprevisto por Plácido, en una de sus
presentaciones en Madrid. Allí, Carreras interrumpe el evento y humildemente,
arrodillándose a sus pies, le pide disculpas y le agradece en público. Plácido
lo levanta y con un fuerte abrazo, los dos sellan en ese instante el inicio de
una gran amistad.
Muchas veces caemos en
un círculo de mal entendidos y orgullo que nos llevan a la rabia y damos cabida
al odio. Esta es una historia que no debe ser olvidada y tanto como sea posible
sirva de inspiración y ejemplo de lo que es capaz de hacer la tolerancia la
humildad el perdón y la reconciliación.
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