UN HOMBRE NUEVO…
Debe tener la
disposición a renunciar a todas las formas de tener, para poder ser plenamente.
Sentir seguridad, tener sentimientos
de identidad y confianza basados en la fe en lo que uno es, en la necesidad
de relacionarse, interesarse, amar, solidarizarse con el mundo que nos rodea,
en lugar de basarse en el deseo de tener, poseer, dominar al mundo, y así
volverse esclavo de sus posesiones.
Aceptar el hecho de
que nadie ni nada exterior al individuo le da significado a su vida, sino que esta independencia radical, y no la
ambición, pueden llegar a ser la condición de la actividad plena, dedicada a
compartir e interesarse por sus semejantes.
Sentir la alegría
que causa dar y compartir, y no acumular y explotar.
Amar
y respetar la vida en todas sus manifestaciones, sabiendo que no es
sagrada la cosa, ni el poder, ni lo que está muerto, sino la vida y todo lo que
contribuye a su desarrollo.
Tratar de reducir en
la mayor medida posible la codicia, el odio y los engaños.
Desarrollar la capacidad
de amar, y el pensamiento crítico, no sentimental.
Saber que ningún desarrollo es sano si
no ocurre en una estructura, pero conocer también la diferencia entre la
estructura como atribuyo de la vida, y el “orden” como atributo de no vivir, de
la muerte
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