Domingo XXIII del Tiempo Ordinario - Ciclo B |
Nexo entre las lecturas Unos de los atributos de Dios es el de liberador. Éste es el atributo especialmente señalado en los textos litúrgicos de este domingo. Dios libera a los hombres de su triste condición de desterrados y a la naturaleza de su aridez infecunda (primera lectura). Libera a los hombres de sus enfermedades del cuerpo y del espíritu: "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos" (Evangelio). Libera al cristiano de cualquier acepción de personas, porque todos, ricos o pobres, somos iguales delante de Dios (Evangelio). Sugerencias pastorales 1. Todo lo ha hecho bien. Con estas palabras reaccionó la multitud cuando se dio cuenta de que Jesús había curado al sordomudo. Son muchos, por lo demás, los textos evangélicos que relatan las obras buenas de Jesús en favor del hombre. De modo que san Pedro dirá de Jesús, en uno de sus discursos a los primeros cristianos, que "pasó haciendo el bien". Juan Pablo II nos dice que "la caridad de los cristianos es la prolongación de la presencia de Cristo que se da a sí mismo". Sí, Cristo desea seguir haciendo el bien entre nosotros y en nuestros días mediante los cristianos. Cristo desea seguir liberando al hombre de las necesidades materiales, de las enfermedades, de las calamidades naturales, de los males espirituales mediante los cristianos. De verdad que es hermoso constatar la generosidad de tantos millones de cristianos para socorrer en cualquier parte del mundo a los más necesitados. De verdad que Cristo debe estar contento porque puede continuar haciendo el bien en la historia de los hombres mediante los cristianos. Al mismo tiempo, como creyentes cristianos, hemos de hacernos algunas preguntas: ¿Hago yo personalmente todo el bien que puedo hacer? ¿Busco que otros, singular o comunitariamente, hagan el bien? ¿Cuál es el tipo de bien que más me gusta hacer: el material, el espiritual o ambos a la vez? ¿Estoy convencido de que a través de mí, Cristo glorioso continúa presente entre los hombres haciendo el bien? Y no olvidemos que hacer el bien desinteresadamente a los hombres es una manera estupenda de liberarlos. 2. Querer ser liberado. La liberación posee una fuerza de atracción singular. Es un claro indicio de que el hombre, consciente o inconscientemente, se ve y experimenta a sí mismo, al menos parcialmente, "esclavizado". Digamos que son no pocas las ataduras que el hombre, en las diversas épocas de la vida, va encontrando en el camino de su existencia. Por experiencia se sabe que de esas ataduras, sobre todo de las más hondas y fuertes, no se puede el hombre deshacer por sí mismo. Necesita ser liberado. Para ello se necesita querer ser liberado. Porque se da el caso de que el hombre, por razones inexplicables y muchas veces complejas, ama las "dulces" ataduras que le "esclavizan". Ataduras que, por más dulces que sean, le van poco a poco estrangulando, hasta llegar a matar su libertad. La liberación, por tanto, es posible sólo para quien quiere ser liberado. Otro aspecto diverso es a quién acudir para ser liberados. Porque en nuestro mundo y en nuestro medio ambiente hay quizá muchos que se las dan de "liberadores", pero lo que liberan no es al hombre en su grandeza y en su dignidad, sino los potros desbocados de sus pasiones, sus egoísmos, sus ambiciones, sus pesadillas, sus instintos. Digámoslo sin tapujos: el verdadero liberador del hombre es Dios. El verdadero liberador del hombre es Jesucristo que murió por nosotros y por nosotros resucitó. ¿Has aceptado, aceptas realmente y de todo corazón ser liberado por Jesucristo? Si quieres ser liberado, no lo dudes, Él te liberará. Habiendo experimentado a fondo la liberación de Cristo, sentirás el aguijón de decir a otros quién puede otorgarles la verdadera liberación que buscan. |
miércoles, 5 de septiembre de 2012
REFLEXIÓN DEL CONSEJO LOCAL DE HERMANDADES Y COFRADÍAS DE ARCOS DE LA FRONTERA
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario