Tu capacidad de juzgar puede resultarte sumamente útil. También puede causarte un montón de inútiles problemas, ansiedad y dolor. Deja de juzgar aquellas cosas que realmente poco importan. Y podrás enfocarte en las cosas que sí. Imagina un mundo en el cual no existiese nada que pudiera irritarte. Si abandonases esa constante necesidad de juzgar, esas molestias desaparecerían rápidamente. Muchas veces el juzgar puede ser reemplazado por el comprender. Y haciendo el sincero intento de comprender a los demás, tú mismo serás mucho mejor comprendido. Obviamente en ciertas ocasiones un juicio es necesario y ubicado. Y en esas ocasiones, ese juicio sería mucho más poderoso y efectivo si no hubieses juzgado cosas intrascendentes. Usa tu juicio sabiamente. Y con la misma sabiduría, dale un descanso.
viernes, 17 de febrero de 2012
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