La noche vieja ¿Qué pasó con aquellos deseos que brotaron en nuestro corazón al terminar de oír las doce campanadas y nos hicieron decir: "¡Ahora sí, este año sí! Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net | |
Suenan las campanas en el reloj. Son las 12. Las 12 de la noche. Parece que los meses del año que termina, con sus días y sus horas se columpian en cada una de ellas... Doce meses, doce campanadas. El año se va. El año se acaba. Se esfuman los doce meses como en un conjuro de tiempo y eternidad. Los tuvimos en nuestras manos paro ya no volverán. Fueron instantes nuestros, únicos e irrepetibles, vividos dentro de nuestro libre albedrío, hora tras hora y ahora se van, perdiéndose en la noche última del año. La noche vieja. El poeta dice: El indivisible tiempo lo hemos dividido en años y así decimos que pasa cuando nosotros pasamos. Así es, decimos que el tiempo se va cuando somos nosotros los que nos vamos. Decimos que el tiempo corre, que el tiempo vuela, pero los que corremos, los que volamos sobre el tiempo somos nosotros. El tiempo siempre está, el tiempo ni tiene tiempo, ni es joven ni viejo, nosotros si. Las 12. Es Noche Vieja. Un año nuevo está por comenzar. Las 12 horas del 31 de diciembre. ¿Qué hicimos con estos trescientos sesenta y cinco días? ¿Qué dijimos, qué pensamos una noche como esta pero del año pasado? ¡Cuántos planes, cuántas promesas, cuántos propósitos! ¿Somos los mismos de aquella noche de otras muchas noches o sentimos que fuimos limando las aristas de nuestro carácter, rellenando "baches" en los que caíamos una y otra vez, quitando obstáculos, que quizá amábamos pero que nos hacían tropezar en nuestro plan de ser mejores como seres humanos en nuestra plenitud y dignidad? ¿Qué pasó con aquellos deseos vehementes que brotaron en nuestro corazón al terminar de oír las doce campanadas y nos hicieron decir: "¡Ahora sí, este año nuevo sí! Poco a poco se nos fueron aminorando las fuerzas, el entusiasmo, y llegó esa desgana o indiferencia por las cosas. La bruma de la rutina nos envolvió en sus días grises y nos heló el corazón y el coraje. O no fue así... y sentimos que sí ha habido un cambio positivo. Que el sol del amor nos arropa y podemos repartir el calor que hay en nuestra alma a los demás. Que estamos en pie de lucha, que las 12 campanadas resuenan en nuestro corazón como el tañer de las campanas de la ermita invitándonos a orar. Que cada campanada se un: Perdón y gracias, Dios mío, me estás regalando otro año para crecer en la fe y en el amor a Ti y a los demás. El tiempo pasado está en Tus manos , el que comienza en las mías, pero quiero que Tu me acompañes a vivirlo!. Y con el año que se va y el nuevo que comienza, en esta Noche Vieja, la más vieja del año, recordamos al poeta que nos dice: Un año más, no mires con desvelo la carrera veloz del tiempo alado que un año más en la virtud pasado un paso es más que te aproxima al cielo. Y siguiendo con los versos terminaremos esta pequeña reflexión con uno que una noche como esta me inspiro: Esta noche es "noche-vieja" y yo hago un alto en mi camino, sentada bajo la luna abro mi alforja y la miro. ¿Qué es lo que tengo en ella? Oro y plata:-Te lo cambio por la sonrisa de un niño. Quiero caminar descalza por lo prados con rocío quiero soltar mis amarras y extender libre mis alas y sentir mi poderío. Poderío y libertad olvidando el claro-oscuro de ambiciones que esclavizan tan pesadas como un yugo. Esta noche es "noche vieja" tengo el alma transparente, cuando llegue el año nuevo que me encuentre en la vereda como quién vuelve a nacer, sin sandalias ,sin alforja, con la piel limpia de luna las estrellas en mi pelo y cantando el "aleluya". Esta noche es noche vieja, y yo tengo el alma nueva... ¡quién lo pudiera creer! |
sábado, 31 de diciembre de 2011
MEDITACIÓN DIARIA
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