El tú y el usted
Los que hablan
la lengua de Shakespeare no parece que tengan problemas cuando han de tutear o
tratar de usted a la persona o audiencia a la que se dirijan; sin embargo con
el español surgen complicaciones si las ideas no se tienen claras.
Recuerdo que
en una entrevista que me hicieron para la desaparecida TV local, la persona que
me la iba a realizar, en el momento previo a la misma me insinuó que cómo nos
trataríamos, si de tú o de usted, a lo que le respondí que como él quisiera
pero manteniendo la misma línea de principio a fin, pensando para mis adentros
que como me entrara le contestaría, y la cosa salió bien.
Me gusta
observar en las series televisivas y en las narrativas en las que un caballero
comienza a cortejar a una dama, cómo en los primeros contactos se hablan de
usted, hasta que llega un momento en el que surge el tuteo, cosa ésta que el
guionista o escritor ha de introducir con tacto y que, generalmente sucede tras
la declaración y aceptación amorosa sellada por lo común con un beso. Hasta
aquí bien, porque es obvio que a partir de entonces surja la confianza, la
aceptación recíproca. El problema surge con el uso del pronombre personal de la
segunda persona, masculino y femenino, en singular y plural, en la forma de sus
dos vertientes tú y usted, que quizás producto de los nervios suelen confundir
los líderes políticos en mítines arengadores, en los que si se comienza a trata
a la audiencia de usted debe concluirse con la misma consideración y respeto, a
no ser que el orador estime que, como en el caso de una conquista amorosa,
tiene metido a los oyentes en el bolsillo y se permite la desconsiderada
libertad de tutearles.
Arcos
de la Frontera
(Cádiz), 01 de diciembre de 2011
Salvador
Hueso Sañudo
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