Inspirado por un viaje de medio
día con mi hijo a los campos nevados y la necesidad de refrescar nuestra manera
de pensar.
Estando en camino a las 3:15
a.m. para conducir 450 Kms. no era parte de mis planes para el fin de semana.
Había estado esperando un par de días relajados para permitirme cargar mis
baterías en preparación para la ajetreada semana que me esperaba.
Mi hijo mayor, Simón y un grupo
de sus buenos amigos se dirigían a un fin de semana en los campos nevados, sin
embargo, debido a un asunto de última hora con su transporte, me ofrecí de
buena gana para proveer el auto adicional que necesitaban para asegurarse que
todos llegasen al punto de llegada cerca a los campos nevados, y de esa manera
pudieran disfrutar su semana de asueto esquiando y patinando sobre la nieve en
tablas.
Al iniciar mi travesía temprana
en la mañana lo único en lo que podía pensar era que, tan pronto llegásemos le
diría adiós a los muchachos y estaría en camino de vuelta a casa... un viaje de
900 Kms. de ida y vuelta en solo 10 horas. Aunque estaba feliz de hacer el
viaje, el pensar en tan larga travesía en un día era algo pavoroso,
particularmente cuando estaba necesitando el tiempo para relajarme.
Con los años he llegado a darme
cuenta de que en la vida, a menudo los eventos que pasan nos desafían pero con
regularidad no nos revelan su propósito real en el momento. Como estaba a punto
de descubrir en las siguientes 10 horas, este iba a ser el caso en esta
ocasión.
El trayecto a nuestro destino
fue interrumpido por las necesarias paradas de refrigerio y descanso, un
desayuno tempranero en la estación de combustible de la carretera que podríamos
describir como que llenó nuestras barrigas pero no las nutrió, el amanecer de
un nuevo día, combinado con parches de niebla, neblina y lluvia ligera que
caracterizan una mañana de invierno al acercarnos a los campos nevados.
Mientras conducíamos, Simón y
yo conversamos un poco acerca del fin de semana y un montón de temas
aparentemente menores y de poca importancia; sin embargo, fue maravilloso pasar
este tiempo con él ya que en muy pocas ocasiones podíamos pasar juntos cinco
horas continuas, exceptuando los sábados en la tarde en que jugábamos al
"cricket".
Al irme para hacer el viaje de
regreso a casa, tuve la extraña sensación de soledad que rápidamente
desapareció al concentrarme en conducir a través de la densa niebla matutina.
En una hora había atravesado la niebla y tenía carretera abierta delante de mí,
así que conecté el control de velocidad automático e invertí las siguientes
cuatro horas escuchando mis discos compactos favoritos.
Cuando joven, conduje bastante
por la campiña por mi cuenta y a menudo usaba ese tiempo para pensar sobre
temas de "cuadro completo" tanto como asuntos y desafíos que
enfrentaba en mi negocio o vida personal, muchos de los cuales se aclaraban y,
hasta cierto punto, se resolvían, durante estos largos períodos de soledad
dentro de mi auto.
En este día, reencendí algo de
aquellos años de conducir largas distancias por mi cuenta, ya que para cuando
llegué a casa había desarrollado un plan de acción en mi mente para un asunto
muy importante que tenía que enfrentar la semana siguiente. Sorprendentemente,
tras mi largo viaje a casa, me sentía mentalmente refrescado y lleno de energía
y aunque me hallaba físicamente cansado, sabía que dormiría bien esa noche.
Recordé la cita de Ralph Waldo
Emerson: "La vida es una sucesión de lecciones que necesitan ser vividas
para ser comprendidas".
Lo que este viaje no planeado a
los campos nevados me había dado fue dos lecciones muy oportunas. La primera
fue que todos necesitamos y nos beneficiamos al invertir tiempo de calidad con
nuestros familiares, seres queridos y amigos. La segunda lección fue que un
cambio en nuestro ambiente, sin importar cuan temporal sea, puede por sí mismo
proveernos con la oportunidad de mirar las cosas desde una perspectiva
diferente y permitirnos hallar una solución, al mismo tiempo que salir
refrescados y energizados.
Espero con entusiasmo mi
próximo evento inesperado y muchas más oportunidades para invertir tiempo de
calidad con aquellos que me son importantes y hacen mi vida más gratificante.
Keith Ready, asesor de negocios
australiano, copyright 2006
Decide esta misma semana, invertir tiempo de calidad con aquellos que amas. No
te arrepentirás.
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