En un país lejano vivían cien familias. Cincuenta vivían en el Norte,
eran ricas y tenían toda clase de bienes. Las otras cincuenta vivían en el Sur,
y carecían de lo necesario para vivir. Un día la televisión del Norte emitió un
reportaje sobre lo mal que vivían en el en el Sur, y en reportaje aparecían
unos padres y unos hijos famélicos que daba lástima verlos. Al ver el reportaje
un padre comentó con su hijo: ¿Cómo puede Dios consentir estas cosas? Si
existiera un Dios bueno, justo y poderoso no existirían estas cosas, pero
puesto que existen es que Dios no existe. Y padre e hijo siguieron viviendo su
buena vida.
Otro padre al ver el reportaje comentó con su hijo: No hay
derecho a esto. ¿Pero tu y yo qué podemos hacer ante tanta hambre? Aunque
diéramos todo lo que tenemos no podríamos sacar a toda esta gente de tanta
miseria. Y siguieron viviendo su buena vida.
Finalmente otro padre al ver el reportaje dijo a su hijo: Anda,
ve al Sur, infórmate de quien es esa familia que pasa tanta hambre y ayudémosla
en lo que podamos. El hijo fue al Sur buscó a la familia y compartieron con
ella sus bienes, y desde aquel día en Sur ya solo hubo 49 familias pobres.
Si cada vecino del Norte hubiera ayudado a un solo vecino del
Sur hubiera desaparecido la pobreza en aquel país sin intervención de Dios.
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