El pesimista debilita su capacidad y su voluntad al cargar con el peso
inútil de los mensajes negativos que se crea. Con su ansiedad y negativismo no
arregla ninguno de los problemas que él mismo se crea y se siente, a toda hora,
cercado de amenazas de fracaso. El optimista, en cambio, toma sus asuntos con
calma y sabe que puede llevarlos a feliz término. Con suficiente confianza en
Dios y en sí mismo, el optimista encuentra las orientaciones y la fuerza para
lograr todo lo que se propone.
lunes, 15 de agosto de 2016
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