SONETOS a ARCOS DE LA
FRONTERA
I Distancia vertical a
vuelo incita
de la Peña su cumbre, emplazamiento
de piedra, perfilado asentamiento
que a ocasión de recuerdo nos invita.
La antigüedad impávida transita
por huellas de constante monumento
y a deleite de ingrávido aposento
permanente belleza se da cita.
El claro amanecer de cada día...
La inmensa luz de tan lejano gozo...
El alto corazón de su existencia...
La tarde se me pone de alegría
cuando a su suelo vuelvo, jubiloso,
y rompo la distancia de la ausencia.
II ARCOS, y digo blanco
pueblo en Peña.
Isla urbana, provisional un día
de siglos, baluarte de osadía
cuando la altura en defender se empeña
el privilegio de la fuerza. Enseña
de historia encumbrada; cronología
de la lenta piedra de la hidalguía,
respondida en su huella más pequeña.
Limitados, el nombre por sí mismo
y el corazón urbano de su espacio
por vertical del irrumpido abismo.
ARCOS en lo alto –abajo curvo río-
calles de calma para andar despacio
enlazando el pasado tuyo y mío.
Ramón Vázquez Orellana
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