Cuando la cosa se pone fea
Quizás el paso del tiempo sea el responsable de que la inmensa mayoría de las cosas pierdan lustre, la vejez en el ser humano, y en consecuencia falta de estética, y como no podía ser menos a los gobiernos y regímenes políticos les sucede algo parecido y de ahí la alternancia pacífica de los gobiernos de signo diferente con distinta manera de hacer las cosas y que de no materializarse, en casos extremos, se acaba de manera violenta en guerras civiles, étnicas o dogmáticas. De cualquier manera parece sensato que en una sociedad como en la que nos hayamos inmersos, en la que los cambios estructurales como consecuencia del progreso se han venido sucediendo, y se suceden, de manera vertiginosa, sería necesario cambiar muchas de las cosas de nuestra Carta Magna que si bien eran avanzadas cuando entraron en vigor, con los años, cerca de treinta y cuatro, se han quedado desfasadas y habría que adaptarlas a las exigencias de los momentos actuales.
No hace falta ser ningún lince para darse cuenta cuando la cosa se pone fea, y la necesidad de tomar medidas para actualizar todo aquello que se está viendo que no contribuye a sustentar los intereses generales del país y precisan de remodelación o supresión. Es como cuando un edificio envejece, que hay que restaurarlo, o derruirlo y levantar otro nuevo, porque si no se hace será el tiempo el que se encargue de que se venga abajo.
Se han revisar y actualizar a los entes responsables de soportar la carga de una sociedad plural, civilizada y avanzada como la que tenemos. Para ello sería necesario cambiar ciertas cosas antes de que los problemas mayúsculos que nos azotan causen un mayor estrago, cuyo resarcimiento resultaría más complejo, costoso y difícil.
Arcos de la Frontera (Cádiz), 26 de agosto de 2012
Salvador Hueso Sañudo
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