TU AUSÉNCIA, MADRE
Un día de un mes cualquiera,
A tu lecho llegó la muerte,
Sin que evitar lo pudiera,
Dejándote así, fría e inerte.
A tu cara, que fuera azucenas,
Llegaba el pálido color de cera,
A tus ojos la eterna ceguera,
y tus manos que fueran de armiño,
Y con tersura de seda,
Descansaban sobre tu pecho,
Regazo mío, que un día fuera.
Ángeles blancos volaban
Sobre tu cuerpo yacente,
Para llevarse tu alma,
Por los siglos, eternamente.
Una daga de tristeza,
Me acecha en la oscuridad,
Me atraviesa con firmeza
Y sangra mi soledad.
Mi corazón ese día,
Se declaró prisionero,
Del dolor y melancolía,
Del desconsuelo, del miedo.
Tu ausencia me lastima,
Tu calor, ya no tengo,
Clavada llevo una espina,
En lo profundo del pecho.
Tu ausencia madre,
Es lo que tengo,
Y te siento en cada rincón
De mis jardines de invierno.
En mis noches de pesares,
Bajo la noche callada,
Mis lágrimas brotan a mares
Al recordar tu mirada.
Tu ausencia, me mata madre,
Me oprime y parte mi pecho,
¡Maldita fuera la muerte,,
Cuando llegara a tu lecho.
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