Invisibilidad
Anteriormente ya había realizado un escrito igual a este donde meditaba y hacia un análisis del comportamiento humano ante la madurez y vejez, por algún motivo ajeno a mí, lo borré y no pude publicarlo, ahora entiendo que seguro no estaba completo o tenía algún contenido no productivo, y como todo lo que planifica el universo para mi escritura, fue desechado para crearla mejor.
Meditaba sobre la invisibilidad de las personas, en especial las mujeres, ante el mundo joven, por ejemplo: Mi caso, antaño yo fui una bella joven que deslumbraba con su presencia, y muy popular en el medio juvenil, con algo de nostalgia veo que al pasar los años, me he vuelto más invisible ante la mirada de ese joven público, y aunque sigo siendo atractiva para muchos, para la mayoría sólo soy una señora más.
Cabe recalcar, que mi intención no es andar seduciendo jovencitos, ni mucho menos, pero si llamar la atención sobre este tema a muchas mujeres que como yo, deben hacer uso de su alta estima para sobreponerse a dicha discriminación, quizás es sólo un juego de la vanidad femenina, la que hace que estemos comparando estos aspectos, pero a la larga el significado es más profundo…
Cuando se es joven actuamos instintivamente en la mayoría de los casos, y como los felinos vivimos pendiente de cualquier reflejo llamativo para saltarle encima y cazarlo para nuestro deleite, al llegar a una edad madura, los reflejos son más acompasados y nos movemos a otro ritmo, en otro nivel energético (ojo sin generalizar y no se trata de nada físico, aunque se aplicó en ciertos casos) se trata más del aspecto espiritual, sensitivo, analítico, vemos bien el objetivo y hacia allá nos dirigimos, cautelosos y precisos, la mayoría de los jóvenes sólo buscan el resplandor de la juventud, efímero pero muy deslumbrante y atrayente.
Al pasar el tiempo nos volvemos borrosos a sus expectativas. La cultura y el comercio joven sólo buscan tersura y modernidad y aunque muy bien una persona madura puede conservar ambas cualidades, jamás ha de competir con la innata de la juventud y es relegado a un lugar, donde sólo se encuentran los trofeos y los consejeros. Pero aclaro que conozco muchos jóvenes que logran admirar la madurez y próxima ancianidad de manera tal que incluso la convierten en dueñas de su amor, ¡sí! se enamoran de la experiencia y las consecuencias que ella marca en los cuerpos de quienes la adquirieron con los años.
Al encontrarme ante está diatriba me dije, que la mejor manera de superar está situación difícil (tan sólo para nuestro orgullo) es brillar con luz adquirida por los dones del tiempo: garbo, elegancia, honestidad, simplicidad, inteligencia, sentido común, actitud positiva antes situaciones adversas, sensibilidad, comprensión, ternura, amor incondicional al prójimo y otras miles s de virtudes que sólo se obtienen en el transcurrir de la vida.
Porque nos vamos perdiendo de vista para los ojos de algunos aspectos novedosos de este mundo, pero ganamos terreno y comenzamos a destacarnos en el mundo imperecedero del espíritu, ese mundo que no termina, sino que renace a cada momento, nos desaparecemos de a poco aquí, para nacer mil y una vez en el reino del alma, saquemos cuenta de los pero y los contras que perdemos y ganamos; perdemos la silueta frágil y volátil de la fugaz, aunque preciosa y no menos valorada juventud, donde también nos vamos soltando de sus cadenas:
Meditaba sobre la invisibilidad de las personas, en especial las mujeres, ante el mundo joven, por ejemplo: Mi caso, antaño yo fui una bella joven que deslumbraba con su presencia, y muy popular en el medio juvenil, con algo de nostalgia veo que al pasar los años, me he vuelto más invisible ante la mirada de ese joven público, y aunque sigo siendo atractiva para muchos, para la mayoría sólo soy una señora más.
Cabe recalcar, que mi intención no es andar seduciendo jovencitos, ni mucho menos, pero si llamar la atención sobre este tema a muchas mujeres que como yo, deben hacer uso de su alta estima para sobreponerse a dicha discriminación, quizás es sólo un juego de la vanidad femenina, la que hace que estemos comparando estos aspectos, pero a la larga el significado es más profundo…
Cuando se es joven actuamos instintivamente en la mayoría de los casos, y como los felinos vivimos pendiente de cualquier reflejo llamativo para saltarle encima y cazarlo para nuestro deleite, al llegar a una edad madura, los reflejos son más acompasados y nos movemos a otro ritmo, en otro nivel energético (ojo sin generalizar y no se trata de nada físico, aunque se aplicó en ciertos casos) se trata más del aspecto espiritual, sensitivo, analítico, vemos bien el objetivo y hacia allá nos dirigimos, cautelosos y precisos, la mayoría de los jóvenes sólo buscan el resplandor de la juventud, efímero pero muy deslumbrante y atrayente.
Al pasar el tiempo nos volvemos borrosos a sus expectativas. La cultura y el comercio joven sólo buscan tersura y modernidad y aunque muy bien una persona madura puede conservar ambas cualidades, jamás ha de competir con la innata de la juventud y es relegado a un lugar, donde sólo se encuentran los trofeos y los consejeros. Pero aclaro que conozco muchos jóvenes que logran admirar la madurez y próxima ancianidad de manera tal que incluso la convierten en dueñas de su amor, ¡sí! se enamoran de la experiencia y las consecuencias que ella marca en los cuerpos de quienes la adquirieron con los años.
Al encontrarme ante está diatriba me dije, que la mejor manera de superar está situación difícil (tan sólo para nuestro orgullo) es brillar con luz adquirida por los dones del tiempo: garbo, elegancia, honestidad, simplicidad, inteligencia, sentido común, actitud positiva antes situaciones adversas, sensibilidad, comprensión, ternura, amor incondicional al prójimo y otras miles s de virtudes que sólo se obtienen en el transcurrir de la vida.
Porque nos vamos perdiendo de vista para los ojos de algunos aspectos novedosos de este mundo, pero ganamos terreno y comenzamos a destacarnos en el mundo imperecedero del espíritu, ese mundo que no termina, sino que renace a cada momento, nos desaparecemos de a poco aquí, para nacer mil y una vez en el reino del alma, saquemos cuenta de los pero y los contras que perdemos y ganamos; perdemos la silueta frágil y volátil de la fugaz, aunque preciosa y no menos valorada juventud, donde también nos vamos soltando de sus cadenas:
Apasionamiento, ansiedad, vicios para llenar un vacío existencial, dependencia del otro para sentir felicidad momentánea y esa eterna soledad, incomprensible y fatal que nos agobia (a muchos jóvenes) en el transcurso de nuestros primeros años de vida, La ganancia sería: paz mental y emocional que se va obteniendo con el conocimiento de lo que se vive, paciencia, coraje, certeza de como puedes ser los acontecimientos y lo más importante aceptación de lo que se es y como se es.
En este tema me quiero extender un poco, la aceptación, la madurez es vana si no hay aceptación, las arrugas son laceraciones y la piel sin aceptación, y lo más bello en la vida es ver un hermoso rostro viejo, alegre, pícaro pero con la aceptación de su vejez, eso es un poema que todos debiéramos experimentar ante el espejo al llegar su momento. La aceptación de que ya no le gusto a cierta juventud, de que me vuelvo invisible ante cierto grupo del mundo, pero he crecido y soy cada día más extraordinaria para el universo, con la perfección de una obra realizada con principio, desarrollo y meta.
Y esto no le pasa sólo a mujeres, a muchos hombres también le ocurre, sólo que habemos muchas más mujeres que lo ocultan ante el manto de la timidez y no revisan en su interno la necesidad que tienen de sentirse admirada, no para afianzar su valía, sino por innata coquetería femenina, deberían enfrentarse a ellas mismas y reconocerlo y echar mano a sus cualidades y salir a brillar, demostrando que aún siendo bien maduritas pueden llegar a ser tan bellas y especiales como cualquier otra.
En este tema me quiero extender un poco, la aceptación, la madurez es vana si no hay aceptación, las arrugas son laceraciones y la piel sin aceptación, y lo más bello en la vida es ver un hermoso rostro viejo, alegre, pícaro pero con la aceptación de su vejez, eso es un poema que todos debiéramos experimentar ante el espejo al llegar su momento. La aceptación de que ya no le gusto a cierta juventud, de que me vuelvo invisible ante cierto grupo del mundo, pero he crecido y soy cada día más extraordinaria para el universo, con la perfección de una obra realizada con principio, desarrollo y meta.
Y esto no le pasa sólo a mujeres, a muchos hombres también le ocurre, sólo que habemos muchas más mujeres que lo ocultan ante el manto de la timidez y no revisan en su interno la necesidad que tienen de sentirse admirada, no para afianzar su valía, sino por innata coquetería femenina, deberían enfrentarse a ellas mismas y reconocerlo y echar mano a sus cualidades y salir a brillar, demostrando que aún siendo bien maduritas pueden llegar a ser tan bellas y especiales como cualquier otra.
No deben temerle a la invisibilidad, hay que prepararse para entrar muy bien dispuesta al interno, fuera hay muchos espejos distorsionados por malos momentos, consejos, situaciones, o sentimientos, dentro está la verdadera imagen intacta, allí es donde está nuestra real esencia eternamente joven, preciosa, relumbrante como un diamante.
Cada vez que estemos ante unos ojos cegados por el falso destello de la vanidad, comprendamos que una vez también fuimos así, ciegos en un mundo 50% ilusorio, corriendo tras imágenes ficticias de promesas sin futuro, un día fuimos como ciertos jóvenes también y aborrecíamos, todo lo que no fuera igual a nosotros despreciando la realidad de la existencia que sólo se halla mirando hacia adentro.
Podemos ser siluetas imperceptibles ante cierto tipo de personas, pero podemos darle bienestar y amor, comprendiéndolos, no juzgándolos, guiándolos en mido de su ceguera, con paciencia y humildad, la verdadera belleza la que no perece sólo se palpa no se ve, sólo se siente, se constata a través de los corazones, hagámoslos poseedores de ella y brindémosla sin egoísmo y a manos llenas.
Podemos ser siluetas imperceptibles ante cierto tipo de personas, pero podemos darle bienestar y amor, comprendiéndolos, no juzgándolos, guiándolos en mido de su ceguera, con paciencia y humildad, la verdadera belleza la que no perece sólo se palpa no se ve, sólo se siente, se constata a través de los corazones, hagámoslos poseedores de ella y brindémosla sin egoísmo y a manos llenas.
Cuando hablamos de la muerte todos nos timbramos y pensamos que es lo más horrible que nos puede suceder, ¿pero acaso no tenemos que morir a los ojos del mundo y nacer ante los del infinito?, ¿acaso no debemos dejar de ser bellos mortales, para convertirnos en eternos e inmortales? el sacrificio es ese, que a veces ni nos miren quieren están absorto en su mundo momentáneo…
Pero esperemos que comprendan la verdadera esencia de las cosas y vendrán a mirarnos con los verdaderos ojos del alma, mientras tanto ¡seguridad y confianza mujeres! y hombres, ¡alta estima y mucho entusiasmo!, no estamos aquí de más siempre ha habido hay y habrá una razón por la cual existamos, aún creamos que somos insignificantes en algún momento, nadie lo es…
Todos somos necesarios e importantes para el plan universal, lo que hoy parece cruel y doloroso es sólo un paso y si sufrimos discriminación, fue porque una vez discriminamos a otro por ignorancia, veámoslo desde ese punto de vista y la vida será más llevadera, y a ser alegres y felices, aunque parezcamos invisibles que en verdad sólo el artista del mundo nos está rediseñando, dibujándonos, con más color brillo, para convertirnos en más hermosos de lo que ya somos y en honor de su amor por el mundo.
Quiero ser invisible a aquel que sólo ha de ver lo perecedero en mí y volverme cada día más visible ante los ojos de quien ve lo imperecedero
Colaboración de Smirna
Venezuela
Venezuela
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