El flojo
−¡Manijero! ¿Hay trabajo?
−Ven mañana.
−¡No! No es “pa” mi, es “pa” mi hermano que está en la puerta. (Popular).
Es la evasiva, la apatía, la falta de interés de todo aquél que siempre halla salida para eludir un trabajo.
Sé que cerca de cinco millones de españoles engrosan las listas de parados de los que cerca de cinco mil corresponden a nuestro querido Arcos, y que la inmensa mayoría lo están pasando mal. Pero no nos engañemos y vayamos al grano. Algunos de los que están en los listados del INEM no tienen interés para emplearse. Son los flojos, los vagos de solemnidad, los que siempre ponen algún achaque ante cualquier tipo de oferta laboral para no aceptarla.
Ser flojo viene a ser como una especie de cualidad, un atributo en el que quizás intervenga algún componente hereditario al igual que sucede con la manera de ser y el color de los ojos.
Con el paso de los años, a medida que el holgazán se va haciendo mayor, se le acentúa todavía más su inactividad para hacer frete a cualquier quehacer por liviano que sea, esgrimiendo para ello todo tipo de excusas banales.
La persona floja o poco emprendedora tiene escasas posibilidades de triunfar en la vida, y su espíritu conformista lo conduce a guarecerse y estancarse en la primera oportunidad que se le presente en la que, mal que bien, pueda ir tirando.
Arcos de la Frontera (Cádiz), 07 de septiembre de2011
Salvador Hueso Sañudo
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