FARMACIAS DE GUARDIA EN LA PROVINCIA DE CÁDÍZ

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lunes, 29 de abril de 2013

NUEVO DÍA


En qué momento renuncié a mis sueños? Fue en el mismo momento en que renuncié a vivir. Hace tiempo que tiré la toalla y lo absurdo es que sigo esperando que alguien a mi alrededor se de cuenta y me brinde su ayuda, pero no, nadie puede ayudarme porque estoy completamente sola.

Llego a casa después de vagar solitaria por las calles al anochecer y la encuentro vacía. Grito y el eco de mi propia voz retumba en mis oídos. Me miro en el espejo y me digo a mi misma: “sólo tienes 25 años, tienes que luchar”. Pero después me dejo caer en el sofá, derrotada, hundida, moribunda. No puedo llorar, no siento lástima de mi misma, lo que siento es otra cosa, es cansancio, es derrota.

Esto no es una batalla más en la que luchar y salir de ella con más o menos heridas, esto es la guerra y sólo se puede morir o matar y yo he perdido, me he perdido a mí misma.

No me reconozco, siempre fui fuerte y ahora soy tan pequeña, estoy tan indefensa, supongo que he perdido la armadura en el camino. Suena el teléfono, supongo que aún queda gente que me quiere, pero no se dan cuenta de que yo ya no puedo querer, que no me queda corazón. Se niegan a ver la realidad, a reconocer que han perdido para siempre a esa niña valiente que se comía el mundo. Ahora debo tirar delante de mi madre y no puedo. Sé que se lo debo pero no puedo sin él y es él, mi padre, quien me ha fallado. No es la primera vez que no está ahí cuando lo necesito, pero siempre he sabido arreglarlo todo sola.

Ahora, en cambio, todo me supera y sólo él puede sacarme de aquí, pero no está, sólo recibo sus reproches, sus miradas llenas de rencor, como si le debiera algo, cuando nunca ha hecho nada por mí. Sí, me dio la vida, pero ahí dejé de existir para él. En cambio yo nunca he podido olvidarle, le quiero demasiado y siempre he dado la cara por él cuando me ha necesitado. Pero ya no puedo. Ahora tiene otras prioridades en su vida, su familia no soy yo, son otros y ellos lo necesitan, aunque no más que yo. Es absurdo pedirle ayuda, sólo abrirá la cartera y me dará dinero, como si eso lo solucionara todo. ¿El problema? que no puedo querer a su familia, que los detesto, que el mundo es demasiado pequeño para mí y para ellos y que me niego a ayudarles una vez más.

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