Echarle a uno los perros
El origen de esta
expresión es taurino. Antiguamente, cuando un toro de lidia se mostraba remiso
en embestir o rehuía el capote, se sacaba al ruedo una jauría de perros que
estaban adiestrados para hostigar al animal con ladridos y mordiscos. Si la res
acosada no reaccionaba, finalmente era condenada a la puntilla. De este lance,
que el público solía pedir al grito de "¡perros! ¡perros!", proviene
la expresión "echar los perros". Ésta se emplea como sinónimo del
acto de acosar y hostigar a alguien para sacarle de su pasividad u omisión
culpable.
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