BODA
Hoy es el día más grande,
Que en su mundo puede haber,
Mariposas de colores,
Revuelan en su ser.
Ya tiene puesto el vestido,
Aquel con el cual soñó,
¡Es blanco, de armiño puro!
Para su idilio de amor.
El tocado de una reina,
Sobre su pelo reluce,
Su familia y allegados,
Le brindan palabras dulces.
Con su elegancia ceñida,
Camina hasta el altar,
Pues allí, la espera su amor,
Ese que luego la hará llorar.
Allí estaba,
Allí estaba aquel hombre,
Que juraba amarla tanto,
Junto al altar la esperaba,
El peor de su quebranto.
Un besito dio a su madre,
Otro para su hermana,
¡Venga cariño!
Que no es para tanto,
Pues solo te vas unas semanas.
En el seno de aquel amor,
Se escondían humillaciones,
Anidaban los desprecios,
Y morían ilusiones.
Unos débiles latidos,
Se oían desde su vientre,
Un pequeño corazón,
Latía entre la vida y la muerte.
Ella, como cada día,
Volvía a bajar un peldaño,
Sumergiéndose en lo más profundo,
De aquel cruel desengaño.
¡te he dicho que te vallas,
Porque ya no te quiero!,
Llévate todo lo tuyo,
¡todo menos mi dinero!
A la vez que ella bajaba,
Él más peldaños subía,
Mientras presumía que mandaba,
Ella, se arropaba con su agonía.
Una mañana fría,
Mientras tomaba un café,
Pudo pensar convencida,
Que eso no podía ser.
Con las marcas en el rostro,
De las heridas de Aller,
Salió se como pudo,
Arrastrando tal vez.
Una tos la pone alerta,
¡ay Dios mio, que se ha despertado,
Y el puñal de aquel veneno,
En su corazón se ha clavado.
Le trajo unas flores blancas,
Blancas como aquel vestido,
Con el cual un día soñó,
Blanca como su diadema,
Y su gran idilio de amor.
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