FARMACIAS DE GUARDIA EN LA PROVINCIA DE CÁDÍZ

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CALENDARIO

domingo, 8 de octubre de 2023

𝑬𝒍 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝑨𝒓𝒄𝒐𝒔, 𝒇𝒐𝒕𝒐𝒈𝒓𝒂𝒇í𝒂𝒔 𝒓𝒆𝒄𝒐𝒑𝒊𝒍𝒂𝒅𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝑨𝒏𝒕𝒐𝒏𝒊𝒐 𝑻é𝒍𝒍𝒆𝒛





 

𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞 𝐉𝐞𝐬ú𝐬 𝐍𝐚𝐳𝐚𝐫𝐞𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐀𝐫𝐜𝐨𝐬. 𝐅𝐨𝐭𝐨𝐠𝐫𝐚𝐟í𝐚 𝐜𝐞𝐝𝐢𝐝𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐌𝐚𝐧𝐮𝐞𝐥 𝐕𝐞𝐜𝐢𝐧𝐚.





 

𝗣𝗢𝗦𝗧𝗔𝗟𝗘𝗦 𝗗𝗘 𝗔𝗥𝗖𝗢𝗦 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗙𝗥𝗢𝗡𝗧𝗘𝗥𝗔 𝗘𝗡 𝗟𝗔 𝗛𝗜𝗦𝗧𝗢𝗥𝗜𝗔

 





COCHES ANTIGUOS...









 

*NECROLÓGICA DE ARCOS DE LA FRONTERA *D.E.P Rogad a dios en caridad por el alma de Francisca Téllez Vázquez que ha fallecido a los 91 años de edad. Su cuerpo es velado por su familia y amigos en una Sala del Tanatorio de Arcos. El sepelio se celebra este lunes día 9 de octubre 2023, a las 12 horas en la Parroquia de San Francisco de Arcos de la Frontera. Nuestro más sentido pésame a toda su familia. DESCANSE EN PAZ.

 


NUEVO DÍA

 

En el antiguo Israel los pastores usaban el aceite con tres propósitos: repeler los insectos, prevenir los conflictos y curar las heridas.

Los insectos fastidian a las personas, pero pueden matar a una oveja. Las moscas, mosquitos y otros insectos pueden convertir el verano en una tortura para el ganado. Por ejemplo, considérese las moscas de la nariz. Si logran depositar sus huevos en la membrana blanda de la nariz de la oveja, los huevos se convierten en larvas con forma de gusano que vuelven locas a las ovejas.

Un pastor explica: «Para aliviar esta torturante molestia, la oveja deliberadamente golpea su cabeza contra los árboles, rocas, postes o arbusto ... En casos extremos de intensas plagas, la oveja puede matarse en un esfuerzo frenético por hallar alivio».

Cuando aparece un enjambre de moscas de la nariz, las ovejas entran en pánico. Corren. Se esconden. Agitan la cabeza de arriba abajo durante horas. Se olvidan de comer. No pueden dormir. Los corderitos dejan de mamar y dejan de crecer. Todo el rebaño puede dispersarse y perecer por la presencia de unas pocas moscas.

Por esta razón el pastor unge a la oveja. Le cubre la cabeza con un repelente hecho de aceite. El olor del aceite impide que los insectos se acerquen y los animales permanecen en paz.

En paz hasta la estación del celo. La mayor parte del año las ovejas son animales tranquilos y pacíficos. Pero durante el celo, todo cambia. Los carneros se pavonean por el prado y doblan el cogote tratando de captar la atención de la nueva chica de la cuadra. Cuando el carnero capta su mirada, levanta la cabeza y dice: «Te quiero, nena». En esos momentos aparece el novio y le dice que vaya a un lugar seguro. «Es mejor que te vayas, cariño. Esto podría ponerse muy feo». Los dos carneros bajan la cabeza y ¡paf! Comienza una riña a topetazos, a la antigua.

Para evitar las heridas, el pastor unge los carneros. Les esparce una sustancia resbalosa, grasienta, por la nariz y la cabeza. Este lubricante hace que sus cabezas se deslicen y no se hagan daño al golpearse.

De todos modos, la tendencia es a hacerse daño. Y esas heridas son la tercera razón por la que el pastor unge las ovejas. La mayoría de las heridas que el pastor cura son consecuencias de la vida en la pradera. Espinas que se encarnan, o heridas de rocas, o el haberse rascado en forma muy ruda contra el tronco de un árbol. Las ovejas se hieren.

Por eso, el pastor regularmente, a veces diariamente, inspecciona las ovejas, en busca de cortes y magulladuras. No quiere que los cortes se agraven. No quiere que las heridas de hoy se conviertan en una infección mañana.
Dios tampoco.

Como las ovejas, tenemos heridas, pero las nuestras son las heridas del corazón que producen las desilusiones. Si no tenemos cuidado, las heridas llevan a la amargura. Y como las ovejas, necesitamos tratamiento.

 

RECUERDOS DE LA FUENTE DEL RÍO DE ARCOS DE LA FRONTERA