lunes, 29 de agosto de 2011
FEMINEIDAD
Femineidad
Tu cárcel es mi refugio, ¡oh! adicción divina, ¡oh! placer negado a muchos, quien menosprecia tu poder, que me convierte en un insensato e insolente, no sé, si víctima o victimario de tus mieles. Jamás haré una plegaria para escapar de ti, jamás haré una plegaria para llegar a ti.
¡Oh! Negación cruda que escapa a mi mortalidad, que puedo permanecer preso por la eternidad aunque me dejas la libertad de escapar cuando quiera.
¿Qué poder tienen tus paredes?, ¿qué distracción tienen tus profundidades?, que hasta la castidad ponen a prueba y quebrantan su santidad. Los eternos, te temen los débiles te adoran, que blasfemia la mía si te considero una maléfica bendición, que locura la mía si te brindo pleitesía.
No puedo dejarte ni pensarlo, buscarte ni imaginarlo, que calamidad la mía si me siento como en la encrucijada de lo Celestial y lo Diabólico. ¡Oh! Cárcel infame, eres mi refugio, hasta el final de mis días febriles.
Colaboración de S.S
Venezuela
Venezuela
EL POETA Y LA POESÍA SALVADOR RUEDA
A la luz de tu mirada
despido mis penas todas,
como a la luz de los astros
la hoja despide la sombra.
despido mis penas todas,
como a la luz de los astros
la hoja despide la sombra.
NUEVO DÍA
La doctora Amanda Whitworth se sentía frustrada, su auto era el noveno en una fila que subía muy despacio una colina debido a un camión que iba muy lentamente, y ella estaba apurada. Su último paciente había necesitado más atención de a requerida normalmente para los exámenes y se le había hecho tarde para recoger a su hija de la escuela.
Ahora susurraba una oración No volveré a llegar tarde y como sería la tercera vez que sucedía y la escuela no les permite tardanzas a sus padres, tendría que hacer arreglos para el cuidado de Allie por las tardes.
En silencio, Amanda protestaba por la lentitud del camión. Nadie se atrevía a pasarlo en la larga cuesta, ya que era imposible ver los autos que venían en dirección contraria. De repente, el chofer del camión movió su mano indicando que no venía ningún auto de frente.
Mientras Amanda pasaba por el lado del camión, pensó en que ese hombre era un extraño y nueve personas confiaban sus vidas y las de sus familias a él.
¡Qué representación tan tremenda de cómo hacemos todo lo que podemos hacer, y luego debemos confiar hasta el mínimo detalle de nuestras vidas al cuidado de Dios, que es un amante Padre Celestial!.
¡Y cómo nos consuela saber que Él siempre ve todo lo que tenemos por delante!
Ahora susurraba una oración No volveré a llegar tarde y como sería la tercera vez que sucedía y la escuela no les permite tardanzas a sus padres, tendría que hacer arreglos para el cuidado de Allie por las tardes.
En silencio, Amanda protestaba por la lentitud del camión. Nadie se atrevía a pasarlo en la larga cuesta, ya que era imposible ver los autos que venían en dirección contraria. De repente, el chofer del camión movió su mano indicando que no venía ningún auto de frente.
Mientras Amanda pasaba por el lado del camión, pensó en que ese hombre era un extraño y nueve personas confiaban sus vidas y las de sus familias a él.
¡Qué representación tan tremenda de cómo hacemos todo lo que podemos hacer, y luego debemos confiar hasta el mínimo detalle de nuestras vidas al cuidado de Dios, que es un amante Padre Celestial!.
¡Y cómo nos consuela saber que Él siempre ve todo lo que tenemos por delante!
FÁBULA DE ESOPO
El ciervo en el pesebre de los bueyes
Un ciervo perseguido por la jauría y ciego por el terror del peligro en que se encontraba llegó a una granja y se escondió entre unas pajas en un cobertizo para bueyes. Un buey amablemente le dijo:
-¡Oh, pobre criatura! ¿Por qué de esa forma, has decidido arruinarte, y venir a confiarte a la casa de tu enemigo?
Y replicó el ciervo:
-Permíteme amigo, quedarme donde estoy, y yo esperaré la mejor oportunidad para escapar.
Al final de la tarde llegó el arriero a alimentar el ganado, pero no vio al ciervo. Y aún el administrador de la finca pasó con varios de sus empleados sin notar su presencia. El ciervo congratulándose a sí mismo por su seguridad comenzó a agradecer a los bueyes su gentileza por la ayuda en los momentos de necesidad. Uno de los bueyes de nuevo le advirtió:
-Realmente deseamos tu bienestar, pero el peligro no ha terminado. Todavía falta otro hombre de revisar el establo, que pareciera que tiene cien ojos, y hasta tanto, no puedes estar seguro.
Al momento ingresó el dueño, y quejándose de que no habían alimentado bien a los bueyes fue al pajar y exclamó:
-¿Por qué falta paja aquí? Ni siquiera hay para que se echen.
-¡Y esos vagos ni siquiera limpiaron las telarañas!
Y mientras seguía examinando todo, vio sobresalir de entre la paja las puntas de una cornamenta. Entonces llamando a sus empleados, ordenó la captura del ciervo y su posterior sacrificio.
Nunca te refugies en los terrenos del enemigo.
MEDITACIÓN DIARIA
Gratitud, amor, fidelidad Un corazón agradecido busca maneras concretas para corresponder a quien nos lo ha dado todo. Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net |
Hemos recibido regalos maravillosos de Dios: su misericordia, su Amor, su Hijo. Esta verdad toca el corazón de cada bautizado, es el centro de nuestra fe, enciende la esperanza, alimenta la caridad. Cuando abrimos el alma a los dones de Dios, cuando reconocemos que nos libró del pecado, que nos sacó de las tinieblas, que nos condujo a la luz, que nos abrió las puertas del cielo, surge casi espontánea, gozosa, la gratitud. Desde la gratitud, ¡qué fácil sería vivir los mandamientos, huir del pecado, enraizar en el amor! Porque un corazón agradecido busca maneras concretas para corresponder a quien nos lo ha dado todo. Vivir a fondo la gratitud nos aparta, por lo tanto, del mal. Muchos de nuestros pecados surgen porque no somos plenamente agradecidos. En otras palabras, casi no haría falta la penitencia (confesión) si viviésemos a fondo la gratitud. El Concilio de Trento lo explicaba así: “Si tuviesen todos los reengendrados tanto agradecimiento a Dios, que constantemente conservasen la santidad que por su beneficio y gracia recibieron en el Bautismo; no habría sido necesario que se hubiese instituido otro sacramento distinto de este, para lograr el perdón de los pecados” (Los sacramentos de la penitencia y de la extremaunción, capítulo 1). La debilidad humana, unida a tantas distracciones que nos impiden reconocer y agradecer a fondo lo que significa ser redimidos, explica ese pecado que nos aparta de Dios, que nos hace ofender al prójimo, que nos destruye internamente. Por eso, uno de los mejores antídotos contra el pecado radica precisamente en la gratitud. La invitación de san Pablo vale para cada generación cristiana: “Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados. Y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre” (Col 3,15b-17). La gratitud, al mismo tiempo que nos aleja del mal, nos lleva a la fidelidad, a la entrega, a la búsqueda del bien y de la justicia. Quien es agradecido, no traiciona al Amigo. Somos fieles, perseveramos firme en la fe, avanzamos en el amor, si continuamente damos gracias a Dios “porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Sal 118). |
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