sábado, 3 de enero de 2015
UNA PARÁBOLA ...
Un hombre se perdió en el desierto. Estaba a punto de perecer de sed cuando aparecieron algunas mujeres que venían en una caravana.
El hombre, al borde dela muerte, gritó pidiendo auxilio. Cuando las mujeres se aproximaron a él y lo rodearon, pidió urgentemente agua.
Las mujeres empezaron a mirarlo con detenimiento y comenzaron a preguntarse cómo querría el hombre que le sirvieran el agua. ¿en un recipiente de oro o de plata?, ¿tal vez en una jarra?
Ellas hablaban y hablaban, interesándose por el objeto, pero, entretanto, el hombre iba agonizando por la ausencia de agua, hasta que murió
BUENOS DÍAS DESDE ARCOS DE LA FRONTERA A TODO EL MUNDO
Un joven adolescente robó un libro a uno de sus compañeros de escuela y se lo mostró a su madre. Ella no solamente se abstuvo de castigarlo, sino más bien lo estimuló. A la siguiente oportunidad se robó una capa y se la llevó a su madre quien de nuevo lo alabó.
El joven creció y ya adulto fue robando cada vez cosas de más valor hasta que un día fue capturado en el acto, y con las manos atadas fue conducido al cadalso para su ejecución pública.
Su madre lo siguió entre la multitud y se golpeaba violentamente su pecho de tristeza. Al verla el ladrón dijo: "Deseo decirle algo a mi madre en su oído".
Ella acercó su oído a él, y éste rápidamente mordió su oreja cortándosela. Su madre le reclamó que era un hijo desnaturalizado, a lo que él replicó: "¡Ah! Si me hubieras reprendido en mi primer robo del libro aquel, nunca hubiera llegado a esto y ser condenado a una ingrata muerte.
Al nuevo árbol se le endereza tierno para que crezca derecho.
Fábula de Esopo
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¡Qué terrible es que al buscar al responsable de las cosas que hoy vivimos, descubrimos que somos nosotros mismos! Y es que indefectiblemente habremos de cosechar lo que sembramos ya sea en nuestras propias vidas o en las de quienes nos rodean. La reflexión de hoy nos permite comprender cómo las pequeñas cosas que hacemos o permitimos hacer acaban por definir el rumbo de nuestras vidas. En lo que respecta a nuestros hijos o los de aquellos de personas a las que amamos, estemos dispuestos a corregirlos... lo que está en juego es su futuro. ¿Será este próspero o lleno de amarguras? Cada uno de nosotros, si estamos dispuestos a intervenir a favor de esos muchachos, podrá hacer la diferencia. Adelante y que el Señor les bendiga.
Raúl Irigoyen
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