domingo, 24 de enero de 2021
REFLEXIONES
A Bob siempre le gustó armar y desarmar. Cuando era niño y
recibía un regalo en la mañana del día de Navidad, era casi seguro que antes
que cayera la noche lo hubiera desarmado para ver cómo funcionaba. Y casi
siempre, lo volvía a armar y seguía funcionando. Era un genio para estas cosas.
Una vez, su mamá estaba hablando por teléfono, él y unos
amiguitos estaban brincando en la cama cuando de pronto oyeron un ruido como si
algo se hubiera roto. Efectivamente, el marco de la cama se había quebrado y
yacía en el piso. Antes que su mamá terminara de hablar por teléfono, él había
estudiado el problema y lo había reparado de tal modo que parecía como si nunca
se hubiera roto.
Como era natural, cuando llegó a la escuela intermedia y
secundaria tomó todos los cursos que pudo en artes industriales. «Tuve algunos
estupendos profesores», recuerda. «Incluso había uno que abría el taller los
fines de semana de fiesta para que pudiera trabajar en mis proyectos».
Otro de los intereses de Bob era la música.
Cuando estaba en la secundaria decidió que quería tener una
buena guitarra de doce cuerdas. Había empezado a tocar cuando estaba en el
tercer grado después que un vecino le regaló una guitarra barata (la que por
supuesto abrió para ver cómo estaba construida). El único problema era que Bob
no tenía dinero para comprar el instrumento que quería. Eso no es problema, se
dijo, la haré yo mismo. Y la hizo ¡cómo su proyecto de trabajo manual del grado
once! De hecho, mientras estuvo en la secundaria, no hizo una guitarra, sino
tres y un banjo.
Muchas personas desarrollan pasatiempos interesantes cuando
están en la secundaria. Y algunos los siguen cultivando. Otros los abandonan
cuando llegan a adultos. Pero Bob hizo algo realmente especial con el suyo. Es
probable que si usted toca guitarra, alguna vez haya entrado a una tienda de
instrumentos musicales y haya visto una guitarra marca Taylor. Sí. Ese Taylor
es Bob. Bob Taylor. Cuando era adolescente empezó a fabricar guitarras en su
tiempo libre y con el tiempo llegó a cofundar su propia compañía.
Kurt Listug ha sido socio de Bob por veintisiete años. Su pasión
es el comercio y establecer un negocio mientras Bob provee la pasión y la
habilidad técnica para fabricar guitarras. Hoy día, las Guitarras Taylor están
entre las más finas del mundo y la planta las produce a un ritmo de doscientas
por día.
¿Qué llevó a Bob de ser un solitario guitarrista a emplear a más
de 450 personas que trabajan en una fábrica que ocupa 124.000 pies cuadrados?
La respuesta la encontramos en su increíble capacidad e incansable dedicación
por la excelencia.
«Soy como una "mosca en la oreja"» dice Bob.
«Continuamente estoy tratando de mejorar la calidad». Y este deseo se enfoca en
mucho más que sólo las guitarras. Es cierto que Bob Taylor ha introducido
numerosas innovaciones en la industria de las guitarras. Pero su verdadero
interés está en el proceso de manufacturación y en las personas que construyen
las guitarras.
«Una buena guitarra es, en realidad, el subproducto de buenas
herramientas y un buen taller», explica Bob. «Y, por supuesto, las personas son
parte importante. Armar un equipo es tan importante como fabricar el producto.
Hay que dejar que la gente sea un equipo. Eso significa crear un ambiente donde
las personas digan lo que realmente sienten. No se puede ser demasiado
dogmático». Esa actitud ha permitido que surjan y se implementen excelentes
ideas.
Tomado de Maxwell, J. C. (2001; 2003). Las 17 Cualidades
Esenciales de un Jugador de Equipo; The 17 Essential Qualities of a Team Player
(Page 48). Thomas Nelson, Inc.