domingo, 11 de diciembre de 2011
NOTICIA DE ARCOS : ESTE VIERNES 16 DE DICIEMBRE A LAS 21 HORAS ACTOS DE NAVIDAD DE LA HERMANDAD DE LAS TRES CAÍDAS DE ARCOS
Con motivo de la inminente llegada de la Navidad, este viernes día
16 de diciembre a las 21.00 horas en la Parroquia de San Francisco,
tendremos el acto de la Celebración de Navidad que realiza cada año
nuestra Hermandad.
Durante dicha celebración, se le hará entrega a la hermana Alejandra
Garrido Róndan del premio como ganadora del concurso de la Felicitación
Navideña. Además, nos visitara el Cartero Real de sus Majestades los Reyes
Magos de Oriente para recoger las cartas de todos los niños que quieran
acercarse hasta la Capilla de la Hermandad de las Tres Caídas.
A partir de las 21.30 horas en el patio de nuestra Parroquia tendremos la
tradicional Buñolá , por lo que os esperamos a todos para pasar un rato de
fraternidad, donde degustaremos gratis buñuelos, chocolate y anís.
Hdad. Franciscana de las Tres Caídas
Arcos de la Frontera
Cádiz
16 de diciembre a las 21.00 horas en la Parroquia de San Francisco,
tendremos el acto de la Celebración de Navidad que realiza cada año
nuestra Hermandad.
Durante dicha celebración, se le hará entrega a la hermana Alejandra
Garrido Róndan del premio como ganadora del concurso de la Felicitación
Navideña. Además, nos visitara el Cartero Real de sus Majestades los Reyes
Magos de Oriente para recoger las cartas de todos los niños que quieran
acercarse hasta la Capilla de la Hermandad de las Tres Caídas.
A partir de las 21.30 horas en el patio de nuestra Parroquia tendremos la
tradicional Buñolá , por lo que os esperamos a todos para pasar un rato de
fraternidad, donde degustaremos gratis buñuelos, chocolate y anís.
Hdad. Franciscana de las Tres Caídas
Arcos de la Frontera
Cádiz
FOTOS EN EL MERCADILLO DE SEGUNDA EN EL CENTRO COMERCIAL LAS TIENDAS DE ARCOS
GRUPO DE GIMNASIA DE LA ASOCIACIÓN DE MUJERES ARCO DE MATRERA EN EL MERCADILLO DE SEGUNDA MANO EN EL CENTRO COMERCIAL LAS TIENDAS DE ARCOS
EL POETA Y LA POESÍA MIGUEL DE UNAMUNO
1
La oración del ateo
Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes
a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.
¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande
para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.
FRASES HECHAS
A buenas horas, mangas verdes
Durante el mandato de los Reyes Católicos se crearon los Cuerpos de la Santa Hermandad, tras su aprobación en las Cortes de Madrigal, en 1476. El cuerpo fue constituido para prestar auxilio en cualquier tipo de emergencias. Sus miembros vestían un uniforme con coleto -vestidura de piel que cubre el cuerpo hasta la cintura- y bocamangas de color verde. Relatan los cronistas de los siglos XVI y XVII que este cuerpo se ganó a pulso la fama de impuntualidad. Generalmente, cuando llegaban al lugar requerido para prestar el auxilio ya se habían cometido los desmanes y siniestros. Y a veces tardaban tanto que los vecinos del pueblo habían resuelto el problema. De hay que cuando se personaban en el lugar de los hechos, la gente les reprochaba diciendo: ¡A buenas horas, mangas verdes! La frase ha quedado para expresar en sentido peyorativo la demora y llegada tardía de un auxilio, así como para significar que los méritos no llegan en el momento oportuno
Quizás, tal vez quizás...
Quizás, tal vez quizás...
El amor no es más ni menos que una afilada daga que pende sobre el cuello de aquellos quienes están enamorados, el cordel que la sostiene y evita que los dañe es tan frágil y a veces inexistente. Aquel quien ama es sólo un iluso. Vive con la ilusión del amor eterno o la negación de la realidad, evita el simple sentido común, el hecho irrefutable de que todo termina, sólo se lo niegan a sí mismos o viven tan inmerso en su felicidad que no lo ven, la verdad, prefiero lo segundo, es uno de esos momentos que la ignorancia es un don:
Adoro el velo aquel que cubre mis ojos de la realidad, adoro el no saber ni darme cuenta que a veces soy el único que siente, no me importa ser quien da más pues este bendito velo me ayuda no darme cuenta, me ha dejado de importar no ser el brillo que emanan tus ojos, no ser aquello a lo que tus odios se entregan totales, no ser el centro de tu atención, ni la causa de tus sonrisas, adoro vivir en esta ignorancia…
Adoro el velo aquel que cubre mis ojos de la realidad, adoro el no saber ni darme cuenta que a veces soy el único que siente, no me importa ser quien da más pues este bendito velo me ayuda no darme cuenta, me ha dejado de importar no ser el brillo que emanan tus ojos, no ser aquello a lo que tus odios se entregan totales, no ser el centro de tu atención, ni la causa de tus sonrisas, adoro vivir en esta ignorancia…
Amo esta ceguera porque me mantiene cerca he ilusionado de lo que fue una vez, sé que pronto vendrás a quitarme este velo, pero no hará falta hace ya un tiempo que lo vengo sosteniendo con mis manos, sé que te alejaras al fin y al cabo, sé que no estarás más a mi lado, que no serás la razón de mis suspiros, que serás sólo un bello recuerdo sabor a la hiel del pasado que termino y los sueños rotos que no pudieron ser, por eso no quiero que termine…
Aún mantendré esta venda frente a mis ojos aunque cada día cuesta más, no importa cuánto me cueste, quiero que estos últimos momentos sean así, ya lo eh intentado demasiado y no puedo evitar este final pero al menos puedo retardarlo un poco más, sólo un poco más... No me animo a pensar que pasara después, cuando te hayas ido de mí, no me animo a en ello pensar, ahora estoy en la cercanía de un dolor muy grande que es como el fuego:
Cuanto más cercano estoy, más me consume y me daña; quizás, tal vez quizás hubiera sido mejor no enamorarme, ya la luz se está apagando y sólo puedo pensar que no debí enamorarme de este modo, estaba creando yo mismo el camino hacía este dolor, si no la hubiese querido tanto si no hubiese sido mi todo y mucho más, no estaría en esta situación, no estoy seguro pero quizás…
Quizás nunca debí permitirme haber amado tanto, por lo menos puedo decir que algo eh aprendido de todo esto, la esperanza e ilusiones al final sólo logran crear mayor dolor, que no vale la pena el amor porque sin lugar a duda no importa cuánto lo intentes, nada es eterno y cuando el amor termina este deja un hueco en ti, tal vez quizás nunca debí amar.
Colaboración de Nuriel
www.tubreveespacio.com
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FÁBULA DE SAMANIEGO
Fábula V
5.El enfermo y el médico
Un miserable Enfermo se moría,
Y el Médico importuno le decía:
«Usted se muere; yo se lo confieso;
Pero por la alta ciencia que profeso,
Conozco, y le aseguro firmemente,
Que ya estuviera sano,
Si se hubiese acudido más temprano
Con el benigno clister detergente.»
El triste Enfermo, que lo estaba oyendo,
Volvió la espalda al Médico, diciendo:
«Señor Galeno, su consejo alabo.
Al asno muerto la cebada al rabo.»
Todo varón prudente
Aconseja en el tiempo conveniente;
Que es hacer de la ciencia vano alarde
Dar el consejo cuando llega tarde.
NUEVO DÍA
El amor y el tiempo
Había una vez una isla muy linda y de naturaleza indescriptible, en la que vivían todos los sentimientos y valores del hombre:
El Buen Humor, la Tristeza, la Sabiduría… como también, todos los demás, incluso el AMOR.
Un día se anunció a los sentimientos que la isla estaba por hundirse.
Entonces todos prepararon sus barcos y partieron. Únicamente el AMOR quedó esperando solo, pacientemente, hasta el último momento.
Cuando la isla estuvo a punto de hundirse, el AMOR decidió pedir ayuda.
La riqueza pasó cerca del AMOR en una barca lujosísima y el AMOR le dijo:
“Riqueza… ¿me puedes llevar contigo?” – No puedo porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no hay lugar para ti, lo siento, AMOR…
Entonces el Amor decidió pedirle al Orgullo que estaba pasando en una magnifica barca. “Orgullo te ruego… ¿puedes llevarme contigo?
No puedo llevarte AMOR… respondió el Orgullo: – Aquí todo es perfecto, podrías arruinar mi barca y ¿Cómo quedaría mi reputación?
Entonces el AMOR dijo a la Tristeza que se estaba acercando: “Tristeza te lo pido, déjame ir contigo”. – No AMOR… respondió la Tristeza. – Estoy tan triste que necesito estar sola.
Luego el Buen Humor pasó frente al AMOR, pero estaba tan contento que no sintió que lo estaban llamando.
De repente una voz dijo: “Ven AMOR te llevo conmigo”. El AMOR miró a ver quien le hablaba y vio a un viejo.
El AMOR se sintió tan contento y lleno de gozo que se olvidó de preguntar el nombre del viejo.
Cuando llegó a tierra firme, el viejo se fue. El AMOR se dio cuenta de cuanto le debía y le pregunto al Saber: “Saber, ¿puedes decirme quien era este que me ayudo?”.
-”Ha sido el Tiempo”, respondió el Saber, con voz serena.
-¿El Tiempo?… se preguntó el AMOR, ¿Por qué será que el tiempo me ha ayudado?
Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuan importante es el AMOR en la vida.
Había una vez una isla muy linda y de naturaleza indescriptible, en la que vivían todos los sentimientos y valores del hombre:
El Buen Humor, la Tristeza, la Sabiduría… como también, todos los demás, incluso el AMOR.
Un día se anunció a los sentimientos que la isla estaba por hundirse.
Entonces todos prepararon sus barcos y partieron. Únicamente el AMOR quedó esperando solo, pacientemente, hasta el último momento.
Cuando la isla estuvo a punto de hundirse, el AMOR decidió pedir ayuda.
La riqueza pasó cerca del AMOR en una barca lujosísima y el AMOR le dijo:
“Riqueza… ¿me puedes llevar contigo?” – No puedo porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no hay lugar para ti, lo siento, AMOR…
Entonces el Amor decidió pedirle al Orgullo que estaba pasando en una magnifica barca. “Orgullo te ruego… ¿puedes llevarme contigo?
No puedo llevarte AMOR… respondió el Orgullo: – Aquí todo es perfecto, podrías arruinar mi barca y ¿Cómo quedaría mi reputación?
Entonces el AMOR dijo a la Tristeza que se estaba acercando: “Tristeza te lo pido, déjame ir contigo”. – No AMOR… respondió la Tristeza. – Estoy tan triste que necesito estar sola.
Luego el Buen Humor pasó frente al AMOR, pero estaba tan contento que no sintió que lo estaban llamando.
De repente una voz dijo: “Ven AMOR te llevo conmigo”. El AMOR miró a ver quien le hablaba y vio a un viejo.
El AMOR se sintió tan contento y lleno de gozo que se olvidó de preguntar el nombre del viejo.
Cuando llegó a tierra firme, el viejo se fue. El AMOR se dio cuenta de cuanto le debía y le pregunto al Saber: “Saber, ¿puedes decirme quien era este que me ayudo?”.
-”Ha sido el Tiempo”, respondió el Saber, con voz serena.
-¿El Tiempo?… se preguntó el AMOR, ¿Por qué será que el tiempo me ha ayudado?
Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuan importante es el AMOR en la vida.
MEDITACIÓN DIARIA
La misión de ser precursor Adviento. Que el camino de la paz sea para nosotros la fidelidad y el seguimiento del camino de Cristo. Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net |
Juan Bautista aparece en el Evangelio como la figura del hombre que precede a Cristo. Y no cabe duda que la misión de Juan Bautista, la misión de preparar el camino del Redentor, la misión de precursor se encaja en su vida como algo que él tiene que vivir, que tiene que aceptar. La vocación de Juan Bautista no se da simplemente por el hecho de que Dios llama a su vida; también se da, se cuaja, se fecunda, se madura porque, con su libertad, Juan Bautista acepta esta misión. Ya su padre Zacarías había hablado de su misión cuando Juan es llevado a circuncidar. Zacarías dice que ese niño “será llamado Profeta del Altísimo porque irá delante del Señor a preparar sus caminos, para anunciar a su pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados”. Esta es la misión del precursor, ser el hombre que va delante del Señor, que prepara sus caminos y que anuncia el gran don que es el perdón de los pecados. Lo que hace grande a Juan es que la misión que Dios le propone, él la lleva a cabo. Y el hecho de que sea el precursor, de alguna manera, se convierte para Juan Bautista no sólo en un motivo de gloria para él, sino que también se convierte en el modo en el que él llega a nuestras vidas. También en cada uno de nosotros se realiza una misión semejante. En cierto sentido, cada uno de nosotros es un precursor, es un hombre o una mujer que va delante en el camino de la Redención. Todos estamos llamados, al igual que Juan Bautista, a realizar, a llevar a cabo nuestra misión. ¿Hasta qué punto valoramos la misión que se nos encomienda? ¿Sabemos apreciar el don que hemos recibido? Un don que, como dirá Zacarías, no es otra cosa sino “el Sol que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte y para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”. Ese es el don que recibimos, el don que Cristo viene a traer. Pero, el don que Cristo viene a traer, lo trae a través de otras personas, a través de precursores. ¿Yo valoro el don de Cristo, el don que yo puedo dar a mis hermanos? ¿Me doy cuenta de la inmensa riqueza que supone para mi vida, pero también la inmensa riqueza que supone para los demás? Cuántos hombres -como dirá también Zacarías- viven en manos de sus enemigos y en manos de todos los que los aborrecen. Cuántos hombres y mujeres son atacados, denigrados, humillados, hundidos, manipulados. Y sin embargo, la misericordia de Dios tiene que llegar a sus vidas. Pero ¿cómo va a llegar si no hay nadie que lo proclame, si no hay nadie que vaya delante del Señor para preparar sus caminos y anunciar a su pueblo la salvación? ¿Cuántos corazones no podrán encontrarse con Cristo en esta Navidad? En estos días en que nos estamos preparando de una forma más intensa para el Nacimiento de Nuestro Señor, tendríamos que preguntarnos ¿cuántos corazones, por mi omisión, por mi falta de delicadeza, por mi falta de preocupación, quedarán sin encontrarse con Dios? ¿Cuántos corazones en las familias, cuántos corazones en el ambiente, cuántos corazones en el ámbito laboral y social no van a saber que Cristo nace para ellos y por ellos? ¿No va a haber nadie que se los enseñe, no va a haber nadie que les predique el camino de la Salvación? ¿Podremos ser tan egoístas como para cerrar el conocimiento de la salvación a los demás? Nuestro corazón no puede pensar tanto en sí mismo como para olvidarse del don que tiene para dárselo a otro. Es una tarea que tenemos que hacer; pero no la podemos hacer si no valoramos primero el don que podemos tener en nuestras manos, si no somos nosotros los que acogemos, los que recibimos el don de Dios. Un don que tiene que vivirse, que tiene que manifestarse, de una manera muy especial, a través de nuestro testimonio de vida; un don que no es tanto la teoría y consejos que podemos decir a los demás, sino sobre todo, lo que nosotros estamos haciendo con nuestra vida. ¡De qué poco nos serviría decir que valoramos mucho el don de Cristo que viene en esta Navidad si no lo transmitiéramos, si no lo diéramos a los demás! ¡De qué poco serviría que dijéramos que queremos ser estos profetas del Altísimo que van delante del Señor para preparar sus caminos, si nuestra vida no se transforma, si nuestra vida no recibe esa visita de Dios, si nuestra vida no quiere ser recibida por Cristo nuestro Señor! No se puede, es imposible. Antes que redimir a otros, hay que redimir mi corazón, hay que cambiar mis actitudes, hay que cambiar mi comportamiento. Tengo que ser el primer redimido. Tengo que redimir mi corazón, tengo que cambiar mis actitudes, tengo que ser el primero que acepta a Cristo como el que me salva de mis pecados, como el que me salva de mis fragilidades. Dice Zacarías: “[Dios], desde antiguo, había anunciado, por boca de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos, de las manos de todos los que nos aborrecen [...]”. ¿Cómo se podrá hacer eso? ¿Se podrá hacer sin un cambio en mi corazón? ¿Se podrá hacer sin un trabajo sistemático en las virtudes cristianas? ¿Se podrá hacer sin el testimonio de caridad, justicia y fortaleza? ¡Es imposible! Cristo necesita de nosotros para poder llegar a los demás. ¿Estaremos dispuestos a ser nosotros ese precursor de Cristo entre los hombres? En el himno con el cual Zacarías celebra el nacimiento de su hijo, sobre todo, de su misión, termina diciendo: “Dios va a guiar nuestros pasos por el camino de la paz”. La paz que todos buscamos y necesitamos. ¿Cuántas inquietudes, cuántos nudos no resueltos, cuántos problemas sin concluir hay para nosotros en esta Navidad? Cada uno de nosotros debería decirse a sí mismo: ¿Qué voy a hacer, cuál es el cambio que yo voy a dar, cómo voy a hacer para que mi vida, en esta Navidad, se acerque más al Señor? A lo mejor, tendremos que aprender a perdonar y sembrar así el perdón en los demás. Pero para lograr esto tenemos que aceptar el que nosotros también nos hemos equivocado, o tenemos que aceptar dar el primer paso para tender la mano, porque sin duda ese camino de la paz no se podrá llevar con plenitud y verdad, mientras nosotros no aceptemos con plenitud y verdad el plan de Dios sobre nuestra vida. ¿Por qué seguirme escondiendo del plan de Dios? ¿Por qué seguirle dando vueltas a lo que Dios me está pidiendo? ¿Acaso no lo he oído? ¿Acaso no se me ha proclamado, con mucha frecuencia, este plan de Dios? Jesús en el Evangelio dice: “El que tenga oídos para oír, que oiga”, que es una forma hebrea de decir que quien esté dispuesto, quien quiera, que escuche mi palabra. Pero hay una cosa muy clara, ninguno de nosotros entrará en el camino de la paz que Zacarías profetiza cuando ve a su hijo, si no somos capaces de oír lo que Dios nos pide, el cambio concreto que Dios pide a cada uno. Que la Navidad nos conceda ver surgir en nuestras vidas el Sol que nace de lo alto. Ese Sol que ilumina nuestras sombras particulares: nuestras sombras en la familia, nuestras sombras en nuestro ambiente, nuestras sombras en nuestra vida espiritual. Que Dios nos otorgue en esta Navidad que ese Sol que nace de lo alto pueda -como dice Zacarías-, guiar nuestros pasos por el camino de la paz auténtica, que no es otra cosa que nuestro Redentor. Que el camino de la paz sea para nosotros la fidelidad y el seguimiento del camino de Cristo. |
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