viernes, 1 de marzo de 2024
NUEVO DÍA
Hace unos días estaba en mi carro, haciendo diligencias
del cotidiano vivir.
Con
el tranque vehicular que se ve en muchas ciudades capitales, no está de mas el
estrés y el poner en práctica la habilidad al volante para así esquivar lo que
podría ser un accidente. Fue eso precisamente lo que me sucedió, tuve que
esquivar a otro carro que se cruzó en mi vía y fue allí donde realice la
diferencia en mi reacción de hoy y mi reacción de hace diez años. Wow, aún en
mi manera de manejar veo la diferencia de mi reacción y habilidad. Pero luego
vino a mí la analogía de que es precisamente igual en nuestra vida espiritual.
Cuando
somos jóvenes espiritualmente, y estamos conociendo a Dios, aprendiendo a vivir
como cristianos, nuestra
habilidad espiritual está aún bastante limitada o nuestras reacciones aún son
impulsivas e inmaduras. Sin embargo, a medida que crecemos aprendemos a
esquivar lo que podría ser un accidente fatal, pensamos nuestras acciones,
dependemos no de nuestras propias habilidades sino en las de Dios a través de
nosotros, nuestros reflejos están fundamentados en lo que tenemos por dentro,
en el lugar que Dios tiene en nuestro ser, porque a la final, nuestras acciones
son el reflejo de nuestro interior.
Así
que, a como nuestra habilidad para manejar un carro mejora de acuerdo a los
años de práctica, de esta misma manera deberíamos ver nuestra habilidad
espiritual, mientras más práctica tengamos, más impacto podremos tener en los
que nos rodean y en nosotros mismos. ¡Qué Dios sea glorificado con nuestro
diario andar!
Iniciativa
y perseverancia hacen la diferencia. ¡No te rindas, termina la carrera y clama
tu premio!
Rebecca
Contreras