sábado, 2 de enero de 2016
NUEVO DÍA
¿QUE ES EL ÉXITO?
El éxito no siempre tiene que ver con lo que mucha gente ordinariamente se imagina.
No se debe a los títulos que tienes, sean de nobleza o académicos, ni a la sangre heredada o a la escuela donde estudiaste. No se debe a las dimensiones de tu casa, a cuántos carros caben en tu cochera o si éstos son último modelo. No se trata de si eres jefe o subordinado, si escalaste la siguiente posición en tu organización o estás en la ignorada base de la misma.
No se trata de si eres miembro prominente de clubes sociales o si sales en las páginas de los periódicos. No tiene que ver con el poder que ejerces o si eres un buen administrador, si hablas bonito, si las luces te siguen cuando lo haces.
No es la tecnología que empleas, por brillante y avanzada que esta sea. No se debe a la ropa que usas o si gozas de un tiempo compartido, si vas con regularidad a la frontera o si después de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu estatus para el espejo social. No se trata de si eres emprendedor, hablas varios idiomas, si eres atractivo, joven o viejo.
El éxito...
Se debe a cuánta gente te sonríe, a cuánta gente amas y cuántos admiran tu sinceridad y la sencillez de tu espíritu. Se trata de si te recuerdan cuando te vas. Se refiere a cuánta gente ayudas, a cuánta evitas dañar y si guardas o no rencor en tu corazón.
Se trata de si en tus triunfos incluiste siempre tus sueños. De si no fincaste tu éxito en la desdicha ajena y si tus logros no hieren a tus semejantes.
Es acerca de tu inclusión con los otros, no de tu control sobre los demás; de tu apertura hacia todos los demás y no de tu simulación para con ellos.
Es sobre si usaste tu cabeza tanto como tu corazón; si fuiste egoísta o generoso, si amaste a la naturaleza y a los niños y te preocupaste por los ancianos.
Es acerca de tu bondad, tu deseo de servir, tu capacidad de escuchar y tu valor sobre la conducta ajena.
No es acerca de cuantos te siguen, sino de cuantos r ealmente te aman. No es acerca de transmitir todo, sino cuántos te creen, de si eres feliz o finges estarlo.
Se trata del equilibrio, de la justicia, del bien ser que conduce al bien tener y al bien estar.
Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más. La persona que verdaderamente tiene exito es aquella que tiene a Cristo en su corazón.
El camino al Éxito no es recto. Hay una curva llamada falla, un periférico llamado confusión, topes llamados amigos, luces de precaución llamada familia, y tendrás ponchaduras llamados trabajos.
Pero...si tienes una refacción llamada determinación, un motor llamado perseverancia, un seguro llamado fé, un conductor llamado Jesús, llegarása un sitio llamado Éxito!
Empieza por hacer lo necesario, luego lo que es posible y de pronto te encontraras haciendo lo imposible.
BUENOS DÍAS DESDE ARCOS DE LA FRONTERA A TODO EL MUNDO
En qué momento renuncié a mis sueños? Fue en el mismo
momento en que renuncié a vivir. Hace tiempo que tiré la toalla y lo absurdo es
que sigo esperando que alguien a mi alrededor se de cuenta y me brinde su
ayuda, pero no, nadie puede ayudarme porque estoy completamente sola.
Llego a casa después de vagar solitaria por las calles
al anochecer y la encuentro vacía. Grito y el eco de mi propia voz retumba en
mis oídos. Me miro en el espejo y me digo a mi misma: “sólo tienes 25 años,
tienes que luchar”. Pero después me dejo caer en el sofá, derrotada, hundida,
moribunda. No puedo llorar, no siento lástima de mi misma, lo que siento es
otra cosa, es cansancio, es derrota.
Esto no es una batalla más en la que luchar y salir de
ella con más o menos heridas, esto es la guerra y sólo se puede morir o matar y
yo he perdido, me he perdido a mí misma.
No me reconozco, siempre fui fuerte y ahora soy tan
pequeña, estoy tan indefensa, supongo que he perdido la armadura en el camino.
Suena el teléfono, supongo que aún queda gente que me quiere, pero no se dan
cuenta de que yo ya no puedo querer, que no me queda corazón. Se niegan a ver
la realidad, a reconocer que han perdido para siempre a esa niña valiente que
se comía el mundo. Ahora debo tirar delante de mi madre y no puedo. Sé que se
lo debo pero no puedo sin él y es él, mi padre, quien me ha fallado. No es la
primera vez que no está ahí cuando lo necesito, pero siempre he sabido
arreglarlo todo sola.
Ahora, en cambio, todo me supera y sólo él puede
sacarme de aquí, pero no está, sólo recibo sus reproches, sus miradas llenas de
rencor, como si le debiera algo, cuando nunca ha hecho nada por mí. Sí, me dio
la vida, pero ahí dejé de existir para él. En cambio yo nunca
he podido olvidarle, le quiero demasiado y siempre he dado la cara por él
cuando me ha necesitado. Pero ya no puedo. Ahora tiene otras prioridades en su vida, su familia no soy yo, son otros y ellos lo
necesitan, aunque no más que yo. Es absurdo pedirle ayuda, sólo abrirá la
cartera y me dará dinero, como si eso lo solucionara todo. ¿El problema? que no puedo querer
a su familia, que los detesto, que el mundo es demasiado pequeño para mí y para
ellos y que me niego a ayudarles una vez más.
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