sábado, 19 de octubre de 2013
UNA VIEJA MUÑECA KATY GUZMÁN CAÑAMERO
Una vieja muñeca
Aún vive en su alcoba ,
Con los ojitos azules
Y zapatitos de goma.
Un recuerdo de su infancia,
Cuando con ella jugaba,
Bendita aquella ignorancia
Que aún conserva en su cama.
Un día cambió su muñeca,
Por unos tacones nuevos,
Por vestido de princesa,
Por diadema en su pelo.
Orgullosa de su brazo,
De su amor eterno y nuevo,
Bebe de su mismo vaso,
Atrás quedaron sus juegos.
A penas se daba cuenta,
De qué su cuerpo cambiaba,
De qué crecieron sus pechos
Y sus caderas ensanchaban.
Figura de niña hermosa,
Reflejada en el espejo,
Con el candor de una rosa,
Sin conocer el complejo.
Amada por su amor nuevo,
Hasta de alegría lloraba,
Al gozar de aquella dicha,
La que el mundo le brindaba.
Una noche de locura,
Con gran pasión se abrazaban
Al sentir sus manos en sus pechos,
Advirtió que algo pasaba .
Una ilusión se partía,
Unas lágrimas brotaban,
Lloraban y no entendían,
Porque a ella le pasaba .
¿Porque se rompió el encanto
Que sus pechos realzaban?
¿Porque la invadió el quebranto
Por sus mamás malogradas?
Frío en la sala grande,
En la que manda la ciencia ,
Sala tanto de pobres,
También los de gran riquezas,
No tengas miedo mi niña!!
Que aquí esta tu amor nuevo,
Para llenarte de besos
Y colmarte de te quieros
Como un anillo tu pelo,
Pronto volverá a crecer.
Y no pienses que el pañuelo,
Por siempre habrás de tener.
La chavala lo abrazaba,
Sin pudor y sin demora,
Recordando su muñeca,
Con zapatitos de goma.
(Día mundial del cáncer de mama)
Katy Guzmán cañamero.
FABULA DE ESOPO
El embustero
Un hombre enfermo y de escasos recursos prometió a los dioses sacrificarles cien bueyes si le salvaban de la muerte. Queriendo probar al enfermo, los dioses le ayudaron a recobrar rápidamente la salud, y el hombre se levantó del lecho. Mas como no poseía los cien bueyes comprometidos, los modeló con sebo y los llevó a sacrificar a un altar, diciendo:
-¡Aquí tienen, oh dioses, mi ofrenda!
Los dioses decidieron también burlarse entonces a su vez del embustero, y le enviaron un sueño que le instaba a dirigirse a la orilla del mar, donde inmediatamente encontraría mil monedas de plata.
No pudiendo contener su alegría, el hombre corrió a la playa, pero allí cayó en manos de unos piratas que luego lo vendieron. Y fue así como encontró las mil monedas de plata.
Quien trata de engañar, termina engañado.
NUEVO DÍA
“Yo tenía
16 años y estaba viviendo con mis padres en el Instituto que mi abuelo había
fundado a 18 millas en las afueras de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en
medio de plantaciones de azúcar.
Estábamos
bien adentro del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mi
siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine.
Un día mi
padre me pidió que le llevara a la ciudad para atender una conferencia que duraba
el día entero y yo salté a la oportunidad.
Como iba a la ciudad mi madre me dio una lista de cosas
del supermercado que necesitaba y como iba a pasar todo el día en la ciudad, mi
padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas pendientes como llevar el
auto al taller.
Cuando
despedí a mi padre, él me dijo: -Nos vemos aquí a las 5 P.M. y volvemos a la
casa juntos.-
Después
de muy rápidamente completar todos los encargos, me fui hasta el cine más
cercano. Me enfoqué tanto con la película, una película doble de John Wayne que
me olvidé del tiempo. Eran las 5:30 P.M. cuando me acordé. Corrí al taller,
conseguí el auto y me apuré hasta donde mi padre me estaba esperando. Eran casi
las 6 P.M.
Él me
preguntó con ansiedad: -¿Por qué llegas tarde?- Me sentía mal por eso y no le
podía decir que estaba viendo una película de John Wayne. Entonces le dije que
el auto no estaba listo y tuve que esperar. Esto lo dije sin saber que mi padre
ya había llamado al taller.
Cuando se
dio cuenta que había mentido, me dijo: -Algo no anda bien en la manera que te
he criado que no te ha dado la confianza de decirme la verdad. Voy a
reflexionar qué es lo que hice mal contigo. Voy a caminar las 18 millas a la
casa y pensar sobre esto.-
Así que
vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta la casa
por caminos que ni estaban cementados ni iluminados. No lo podía dejar solo…
Así que yo manejé 5 horas y media detrás de él… Viendo a mi padre sufrir la
agonía de una mentira estúpida que yo había dicho.
Decidí
desde ahí que nunca más iba a mentir.
Alguien
le preguntó una vez al gran Aristóteles:
- “¿Qué
se gana con la mentira?”.
- “Que no te crean cuando dices la verdad” respondió el filósofo.
- “Que no te crean cuando dices la verdad” respondió el filósofo.
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