A mediados del siglo XIX, el caminante sobre cuerda floja de
nombre Blondin, se preparaba para intentar su mayor hazaña. Extendió un cable
de acero de dos pulgadas a los largo de las Cataratas del Niágara. Una gran
muchedumbre se congregó para observar.
Entonces Blonding dijo al público presente:"¿
Cuántos de ustedes creen que puedo cargar sobre mis hombros el peso de un
hombre al cruzar este desfiladero?
La muchedumbre incrementaba y lo aclamaban,
creyendo que él sí podía llevar a cabo una proeza tan difícil. Blondin levantó
sobre sus hombros un saco de arena que pesaba unas 180 libras y lo llevó
cargado a través de las cataratas. Ambos llegaron ilesos al otro lado.
Entonces Blondin preguntó: ¿Cuántos de ustedes
creen en efecto que puedo llevar una persona cargada a través del barranco?
Otra vez la muchedumbre elevó gritos y aplauzos de aclamación.
"¿Cuál de ustedes es el que subirá sobre mis
hombros y me va a permitir que lo lleve al otro lado de las Cataratas? "
Se hizo un gran silencio entre el público. Todos
deseaban ver a Blondin llevar una persona cargada a través del desfiladero,
pero nadie deseaba colocar sus vidas en la manos de Blondin.
Por fin, un voluntario dio el paso, dispuesto a
participar en esta mortal hazaña. ¿Quién fue este individuo? Era el Gerente
administrador de Blondin, quien conocía por varios años y en persona, al
caminante sobre cuerda floja.
Al hacer los preparativos para cruzar las
Cataratas, Blondin le dijo a su administrador:" No debes confiar en tus
propios sentimientos, sino en los míos. Sentirás que tenemos que virar cuando
no hay que hacerlo y si confías en tus sentimientos, ambos caeremos. Debes
hacerte parte de mi persona ". Ambos llegaron ilesos al otro lado.
Jesús nos da las mismas instrucciones, cuando en
medio de circunstancias difíciles nos pide que confiemos en Él. “No confíes en
tus propios sentimientos. Confía en Mí y te llevaré al otro lado”.