sábado, 25 de agosto de 2012
PALABRAS Y SIGNIFICADO DEL DICCIONARIO ARCENSE DE VICTOR ORELLANA OÑATE Y AMIGOS
Quincar. Pillar a alguien infraganti, con las manos en la masa. Observar. (“El tro dia cuando salí del baño lo quinqué buscando mi cartera en el bolso”).
Rajamanta. Persona que no vale un duro, con escaso interés. Que no consigue lo que se propone o que directamente no se propone nada para conseguir.
Ralo. Ruborizado, sonrojado. Por un piropo o por una situación que lo ha sorprendido gratamente.
Rancio. Comida echada a perder, productos caducados, generalmente frutos secos. Persona seca, sosa.
Recarcón. Empujón o golpe producido a la altura lumbar, y que puede producir lesiones en esa zona.
NUEVO DÍA
MIRAR HACIA A ARRIBA
Cuando estaba en secundaria, me importaba mucho lo que mis amigos pensaran de mí. Durante esos años crecí más que el resto de mis compañeros. Ser tan alto me hacía sentir incómodo. Para mantener la atención lejos de mí y de mi altura inusual, me uní al grupo que se burlaba de otros niños. Ser uno de los chistosos de la clase ayudó a asegurarme de que los chistes se dirigieran hacia otros y no hacia mí.
Yo hacía todo tipo de bromas que herían, y a veces dañaban a los otros. Una vez, antes de la clase de gimnasia, mis amigos y yo pusimos pomada para curar torceduras en los pantalones cortos de gimnasia de uno de los niños del equipo de baloncesto. No solamente lo humillamos, sino que también tuvo que ir a la enfermería. Pensé que iba a ser chistoso, pero nadie lo consideró así, y menos mi padre.
Mis padres no siempre pensaban que mi comportamiento era chistoso. Me recordaban la Regla de Oro: tratar a otros como me gustaría que me trataran. Muchas veces me regañaban por la manera en que trataba a los demás. Lo que yo hacía era herir a otros niños y al mismo tiempo dañaba mi reputación como alguien a quien debería respetarse. Mis amigos me veían arriba porque yo era alto, pero ¿qué veían?
Mis padres querían que yo fuera un líder y un buen ejemplo para los otros: un ser humano decente. Me enseñaron a proponerme metas y a ser el mejor en todo lo que hiciera. En las lecciones que me daba mi padre, me decía una vez y otra vez que fuera el líder que merecía ser: que fuera un hombre grande de corazón y acciones, así como mi cuerpo. Tenía que preguntarme si era o no importante ser el tipo de líder y persona que mi padre creía que yo era. Sabía en mi corazón que él tenía razón. Así que traté de seguir sus consejos lo mejor que pude.
Cuando me concentré en ser el mejor en baloncesto y me volví el mejor en el juego, me hice el propósito de ser un buen ejemplo. A veces tengo que detenerme y pensar antes de actuar; ocasionalmente cometo errores: todos somos humanos. Pero continuó buscando oportunidades donde pueda hacer una diferencia y poner un buen ejemplo, como me lo aconsejó mi padre. Ahora se los dejó a ustedes.
“Sé un líder, Shaq, no un seguidor. Ya que la gente tiene que mirarte hacia arriba, dales una buena razón para hacerlo”.
Shaquille O’Neal
(Estrella Baloncesto NBA)
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