lunes, 27 de abril de 2020
CUENTOS PARA PENSAR Tú gobiernas tu mente, no tu mente a ti
“Érase una vez un
estudiante de zen que se lamentaba de que no podía meditar, ya que sus
pensamientos se lo impedían. Este le dijo a su maestro que sus pensamientos y las imágenes que generaba no le dejaban meditar, y que aún cuando se
iban unos instantes al poco volvían con mayor fuerza, no dejándoles en paz. Su
maestro le indicó que esto sólo dependía de sí mismo, y que dejara de cavilar.
Pero el estudiante
siguió indicando que los pensamientos le confundían y no le dejaban meditar en
paz, y que cada vez que procuraba concentrarse le aparecían pensamientos y
reflexiones de manera continuada, a menudo poco útiles e irrelevantes.
A esto el maestro le
propuso que cogiera una cuchara y la sostuviera en la mano, mientras se sentaba
e intentaba meditar. El alumno obedeció, hasta que de pronto el maestro le
indicó que dejara la cuchara. El alumno lo hizo, dejándola caer al suelo. Miró
a su maestro, confuso, y este le preguntó que quién agarraba a quién, si él a
la cuchara o la cuchara a él.”
Este breve cuento
parte de la filosofía zen y tiene origen en el budismo. En él se nos hace reflexionar sobre nuestros propios pensamientos, y el hecho de que
debemos ser nosotros quienes tengamos el control sobre ellos y no a la inversa.
NUEVO DÍA
» El Arenero
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Una vez, cuando tenía cinco años, fui a un
parque local con mi mamá. Mientras jugaba en el arenero, vi a un niño de mi
edad en silla de ruedas. Me acerqué a él y le pregunté si podía jugar. Ya que
tenía sólo cinco años, no entendía por qué el niño no entraba en el arenero y
jugaba conmigo. Me tomé mi cubeta, recogí toda la arena que pude y la puse en
sus piernas. Después agarré unos juguetes y también los puse en sus piernas.
Mi mamá corrió hacia mí y dijo: "¿Lucas, por qué hiciste eso?" La miré y le dije: " Él no podía jugar en el arenero conmigo, así que le traje arena. Ahora podemos jugar juntos en la arena". Lucas Parker Espero vivir solamente una vida. Entonces, si hay algo de bondad que pueda mostrar, o algo bueno que pueda hacer por alguien, déjenme llevarlo a cabo ahora, sin demora ni descuido, ya que no volveré a pasar por aquí. William Penn Gálatas 5:22-23 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. |
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