Hemos sido programados para ver la vida en dos tonos. Por lo
general las cosas son buenas o malas, bonitas o feas, oscuras o claras, razón
por la cual la mayoría de las veces nos cuesta ser felices y alcanzar el éxito. La primera
vez que leí la frase “El camino fácil, es el camino más difícil” Desde niño
creí que para tener dinero debía hacer sacrificios, luego cambié el paradigma y me convencí que no
era necesario sacrificarse, la vida había que disfrutarla y buscar ser triunfador de una
manera cómoda y sencilla.
Tras meditar en sus palabras, comprendí que de
cualquier modo estaba equivocado y lejos de ser un triunfador. La vida es poli
cromática, existen millones de colores, no sólo el blanco y el negro, las
únicas opciones no son fáciles o difíciles, hay otras opciones, otros caminos…
Si deseamos ser personas prósperas, es decir, disfrutar de éxito personal,
profesional, familiar, espiritual y económico, debemos dejar las ideas de
sacrificio, pues esto se asocia al dolor y en consecuencia al sufrimiento y la
resistencia, pero también abandonar el facilismo: esperar que el éxito y la
estabilidad lleguen sorpresivamente.
Hagamos lo que hagamos el facilismo y el sacrificio no
son buenos compañeros, ambos conducen a la infelicidad. Agreguemos un nuevo
concepto que se equilibra entre el dolor y el placer, estimulando ambos
hemisferios cerebrales: “La vida en bendición y abundancia son producto de
trabajar sabia y productivamente”.
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