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Un día conocí a un hombre manco mayor de edad en una región donde
  posteriormente quedaría establecida una obra misionera. A Lewis se le ofreció
  literatura cristiana pero la rechazó con furia. Él vivía en una casa muy
  modesta en la ladera de una montaña. 
Un día le pregunté a Lewis acerca del brazo que le faltaba.
  "Bueno", dijo, " una noche, cuando era joven y alocado, yo
  decidí dar un paseo gratis en un tren de carga. Mientras trataba de sujetarme
  entre dos vagones, una sacudida brusca me hizo perder el agarre y caí entre
  los dos vagones. Caí sobre los durmientes con mi brazo extendido sobre el
  riel, y la rueda del tren me lo corto. Allí quedé tendido mientras trece
  vagones pasaron sobre mi" 
Pensé para mi: Tan cerca de la muerte y aún con tanta dureza en su
  corazón. ¿Cómo puede ser posible? Mantuvimos contacto con este nuevo amigo, y
  pronto una pequeña iglesia fue fundada cerca de su casa. Su corazón de piedra
  comenzó a ablandarse. Asistió a los cultos de la iglesia y luego recibió a
  Cristo y fue bautizado. 
Lewis, un ex fumador de cigarrillos, empezó a tener problemas físicos. Su
  laringe se infectó y tuvo que ser quitada, dejándolo mudo. A partir de ese
  momento, cuando no podíamos leer sus labios, él se comunicaba con la ayuda de
  lápiz y papel. Finalmente, Lewis fue llamado a su morada eterna para recibir
  su galardón. 
Hay muchísimas almas en condiciones similares a la de Lewis. Hace años,
  yo escuché a un evangelista decir que un promedio de ochenta y tres almas por
  minuto van a la tumba sin Cristo. ¡Que cifra tan asombrosa! ¡Ocupémonos en la
  búsqueda de las almas perdidas entre tanto que se dice: Hoy! 
Willis Halteman, Junto a Aguas de Reposo. 
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jueves, 3 de mayo de 2018
NUEVO DÍA
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