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Un capitán y su
  tripulación viajaban en medio de una terrible tormenta durante una oscura
  noche y luego de varios días en altamar. El pequeño barco era golpeado
  insistentemente por las olas y el viento, y se mecía casi hasta volcarse
  mientras toda la estructura crujía y se retorcía hasta que parecía
  despedazarse. Habían perdido los instrumentos y no sabían ni siquiera donde
  se encontraban. 
En medio de todo
  esto el capitán no hacía más que gritar y maldecir, gritando a Dios y
  reprochándole todo lo que pasaba y que habían sido abandonados por Él. Tomado
  firmemente del timón en la proa gritaba a los truenos, los relámpagos y el
  cielo al saberse perdido. 
En ese momento, un
  marinero dejó su puesto y corrió donde el capitán quien le reprendió
  fuertemente en medio de la tormenta y la lluvia. 
- "Por qué
  dejas tu puesto! Podemos perder el mástil", le gritó el Capitán. 
A lo que el marinero
  contesta: 
- "Lo sé señor!
  Pero hace mas de 10 minutos se vislumbra la luz del faro del puerto!!! Pero
  usted no la ha visto por estar gritando." 
Cuantas veces no
  vemos la ayuda de Dios por quejarnos constantemente de todo lo que tenemos.
  No hacemos mas que rechazar todo lo que tenemos. 
Tal vez Dios no te
  de una vida sin tormentas, pero puede estar seguro de que siempre, en medio de
  la más cruel y feroz tormenta que puedas imaginar, El estará presente con su
  luz mostrándote el camino y recordándote que se encuentra siempre a tu lado. 
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sábado, 25 de octubre de 2014
BUENOS DÍAS DESDE ARCOS DE LA FRONTERA
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