Las hermandades de Arcos celebran su
tradicional retiro de Adviento
El
Consejo Local de Hermandades y Cofradías ha celebrado como viene siendo
habitual el retiro de adviento, del que han participado más de 50 personas
entre cofrades y profesores de religión.
Dicho
retiro tuvo lugar en la parroquia de María Auxiliadora y ofrecido por el
párroco de la misma y asistente eclesiástico del Consejo Local de Hermandades y
Cofradías, Juan Manuel Sotelo. En el mismo, invitó a los allí presentes a vivir
el adviento y la Navidad
con alegría, siendo luz para quienes necesiten de Dios y mostrando la Caridad como hoguera que
calienta y transforma, y como Esperanza que embellece e ilusiona, “la Fé es valiente y nos hace
saltar todos los obstáculos” señalaba Juan Manuel Sotelo para incentivar a los
Cristianos a vivir el año de la Fé
con la Esperanza
puesta en el Señor, y sobre todo a vivirlo con alegría.
Tras
finalizar el retiro de adviento recordó que el próximo viernes 7 de diciembre
se celebra el certámen de Villancicos organizado por la asociación parroquial
de María Auxiliadora con la colaboración de la Permanente del Consejo
Local de Hermandades y Cofradías y en el que van a participar grupos, coros y
asociaciones de Arcos, y cuyo beneficio estará destinado a Cáritas, comenzará a
partir de las 7 de la tarde, además ese mismo día se le hará entrega a Aina María
Mariscal del colegio Alfonso X el Sabio un detalle por ser su dibujo el
christmas elegido para la felicitación navideña del Consejo Local de
Hermandades y Cofradías.
Medalla Milagrosa
El
pasado sábado tuvo lugar la procesión de la Medalla Milagrosa
desde la iglesia de San Juan de Dios y organizada por la asociación que lleva
como nombre dicha advocación de la Virgen
María y por las Hijas de la Caridad , una procesión que
salió de su templo a las 5 de la tarde y recorrió varias calles del centro de
Arcos, así como, calles del Casco Antiguo.
El
exorno floral de la Virgen
estaba compuesto por margaritas blancas y pétalos amarillos que llevaba en la
peana de la virgen.
La
procesión contó con los sones de la
Banda de Cornetas y tambores de la hermandad de Nuestro Padre
Jesús de las Tres Caídas y María Santísima de la Amargura.
Un
poco de Historia, el 1830 es un año clave: tiene lugar en París la primera
aparición moderna de la
Virgen Santísima. Comienza lo que Pío XII llamó la "era
de María", una etapa de repetidas visitaciones celestiales. Entre otras: La Salette , Lourdes, Fátima
... Y como en su visita a Santa Isabel, siempre viene para traernos gracia,
para acercarnos a Jesús, el fruto bendito de su vientre. También para
recordarnos el camino de salvación y advertirnos las consecuencias de optar por
otros caminos.
Sta. Catalina Labouré
Catalina
nació el 2 de mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers, Borgoña ( Francia ). Entró a
la vida religiosa con la Hijas
de la Caridad
el 22 de enero de 1830 y después de tres meses de postulantado, 21 de abril,
fue trasladada al noviciado de París, en la Rue du Bac, 140.
La
novicia estaba presente cuando trasladaron los restos de su fundador, San
Vicente de Paul, a la nueva iglesia de los Padres Paules a solo unas cuadras de
su noviciado. El brazo derecho del santo fue a la capilla del noviciado. En esta capilla, durante la novena, Catalina
vio el corazón de San Vicente en varios colores. De color blanco, significando la unión que
debía existir entres las congregaciones fundadas por San Vicente. De color
rojo, significando el fervor y la propagación que habían de tener dichas
congregaciones. De color rojo oscuro, significando la tristeza por el
sufrimiento que ella padecería. Oyó interiormente una voz: " el corazón de
San Vicente está profundamente afligido por los males que van a venir sobre
Francia". La misma voz añadió un
poco mas tarde: " El corazón de San Vicente está mas consolado por haber
obtenido de Dios, a través de la intercesión de la Santísima Virgen
María, el que ninguna de las dos congregaciones perezca en medio de estas
desgracias, sino que Dios hará uso de ellas para reanimar la fe".
Durante
los 9 meses de su noviciado en la
Rue du Bac, sor Catalina tuvo también la gracia especial de
ver todos los días al Señor en el Santísimo Sacramento.
El
domingo de la
Santísima Trinidad , 6 de junio de 1830, el Señor se mostró
durante el evangelio de la misa como un Rey, con una cruz en el pecho. De
pronto, los ornamentos reales de Jesús cayeron por tierra, lo mismo que la
cruz, como unos despojos desperdiciables. "Inmediatamente - escribió sor
Catalina - tuve las ideas mas negras y terribles: que el Rey de la tierra
estaba perdido y sería despojado de sus vestiduras reales. Sí, se acercaban
cosa malas ".
Catalina sueña con ver a la Virgen
El
domingo 18 de Julio 1930, víspera de la fiesta de San Vicente de Paúl, La
maestra de novicias les había hablado sobre la devoción a los santos, y en
particular a la Reina
de todos ellos, María Santísima. Sus palabras, impregnadas de fe y de una
ardiente piedad, avivaron en el corazón de Sor Laboure el deseo de ver y de
contemplar el rostro de la
Santísima Virgen. Como era víspera de San Vicente, les habían
distribuido a cada una un pedacito de lienzo de un roquete del santo. Catalina
se lo tragó y se durmió pensando que S. Vicente, junto con su ángel de la
guarda, le obtendrían esa misma noche la gracia de ver a la Virgen como era su deseo.
Precisamente, los anteriores favores recibidos en las diversas apariciones de
San Vicente a Sor Catalina alimentaban en su corazón una confianza sin limites
hacia su bienaventurado padre, y su candor y viva esperanza no la engañaron.
"La confianza consigue todo cuanto espera" (San Juan de la Cruz ).
Todo
era silencio en la sala donde dormía Sor Catalina y cerca de las 11:30 PM oyó
que por tres veces la llamaban por su nombre. Se despertó y apartando un poco
las cortinas de su cama miro del lado que venia la voz y vio entonces un niño
vestido de blanco, que parecía tener como cuatro o cinco años, y el cual le
dijo: "Levántate pronto y ven a la capilla; la Santísima Virgen
te espera".
Sor
Catalina vacila; teme ser notada de las otras novicias; pero el niño responde a
su preocupación interior y le dice: "No temas; son las 11;30 p.m.; todas
duermen muy bien. Ven yo te aguardo".
Ella
no se detiene ya ni un momento; se viste con presteza y se pone a disposición
de su misterioso guía, "que permanecía en pie sin separarse de la columna
de su lecho."
Vestida
Sor Catalina, el niño comienza a andar, y ella lo sigue marchando a "su
lado izquierdo". Por donde quiera que pasaban las luces se encendían. El
cuerpo del niño irradiaba vivos resplandores y a su paso todo quedaba iluminado.
Al
llegar a la puerta de la capilla la encuentra cerrada; pero el niño toca la
puerta con su dedito y aquella se abrió al instante.
Dice
Catalina: "Mi sorpresa fue mas completa cuando, al entrar a la capilla, vi
encendidas todas las velas y los cirios, lo que me recordaba la Misa de media noche".
(todavía ella no ve a la Virgen )
El
niño la llevó al presbiterio, junto al sillón destinado al P. Director, donde
solía predicar a las Hijas de la
Caridad , y allí se puso de rodillas, y el niño permaneció de
pie todo el tiempo al lado derecho.
La
espera le pareció muy larga, ya que con ansia deseaba ver a la Virgen. Miraba ella
con cierta inquietud hacia la tribuna derecha, por si las hermanas de vela, que
solían detenerse para hacer un acto e adoración, la veían.
Por
fin llego la hora deseada, y el niño le dijo: "Ved aquí a la Virgen , vedla aquí"
Sor
Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del
lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora de
extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio, "fue a
sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del
Evangelio".
Sor
Catalina en el fondo de su corazón dudaba si verdaderamente estaba o no en
presencia de la Reina
de los Cielos, pero el niño le dijo: "Mira a la Virgen ".
Le
era casi imposible describir lo que experimentaba en aquel instante, lo que
paso dentro de ella, y le parecía que no veía a la Santísima Virgen.
Entonces
el niño le habló, no como niño, sino como el hombre mas enérgico y palabras muy
fuertes: -"¿Por ventura no puede la Reina de los Cielos aparecerse a una pobre
criatura mortal en la forma que mas le agrade?" "
Entonces,
mirando a la Virgen ,
me puse en un instante a su lado, me arrodille en el presbiterio, con las manos
apoyadas en las rodillas de la Santísima Virgen. "Allí pasé los momentos
más dulces de mi vida; me sería imposible decir lo que sentí".
Ella
me dijo cómo debía portarme con mi director, la manera de comportarme en las
penas y acudir (mostrándome con la mano izquierda) a arrojarme al pie del altar
y desahogar allí mi corazón, pues allí recibiría todos los consuelos de que
tuviera necesidad. Entonces le pregunté que significaban las cosa que yo había
visto, y ella me lo explicó todo ".
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