Vérsele el plumero
Este dicho tan recurrente
se usa para indicar que una persona deja traslucir de forma involuntaria sus
verdaderas intenciones o pensamientos en un asunto. Indudablemente, su origen se encuentra
en la fábula La corneja y los pájaros, escrita por el griego Esopo en el
siglo VI a. de C. La fábula cuenta que Júpiter, el padre los dioses, para
nombrar al rey de los pájaros, señaló una fecha en la que todas las aves
deberían comparecer ante él, para así elegir a la más bella. Todos los pájaros se acercaron a la
orilla del río para acicalarse y arreglarse el plumaje. La corneja, consciente
de su fealdad, se dedicó a recoger las plumas que se habían desprendido de los
otros pájaros y se las prendió en el cuello. Al llegar el día señalado por
Júpiter, todas las aves acudieron al concurso. De todos los plumajes, el de la
corneja resultó ser el más bello y elegante. Pero cuando estaba a punto de ser
coronada, los demás pájaros, indignados por el engaño, se le echaron encima y
cada cual arrancó del penacho las plumas que le pertenecían. Y la corneja no
consiguió el tan preciado puesto, por vérsele el plumero, o sea, el penacho de
plumas de pega. Como anécdota, esta frase proverbial fue
utilizada por los conservadores, que aplicaban a las personas que dejaban
entrever sus opiniones liberales. Pero aquí el plumero no se refiere a la farsa
de la corneja de la fábula, sino al penacho de plumas que coronaba el morrión
de los voluntarios de la Milicia Nacional, un cuerpo que nació el año 1820 para
defender los principios liberales y progresistas.
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