Cuando uno se encuentra en una situación o estado de
ánimo alterado, mucha veces es mejor esperar un tiempo
para tomar una gran decisión.
Decidir en condiciones anímicamente adversas, aumenta
la posibilidad de error.??Siempre recuerdo uno de los cuentos, que ya hace unos
cuantos años, nos contaba el padre José cuando con los
chicos del barrio jugábamos en el patio de la parroquia. La enseñanza que nos
deja este breve relato, bien puede aplicarse a quien se encuentra ante la
disyuntiva del divorcio.
“Recuerdo que un invierno mi padre necesitaba leña,
así que buscó un árbol muerto y lo cortó. Pero luego, en la primavera, pudo
darse cuenta, con gran tristeza, que al tronco marchito le brotaron retoños. Mi
padre dijo: “Estaba yo seguro de que ese árbol estaba muerto. Había perdido
todas las hojas en el invierno. Hacía tanto frío,
que las ramas se quebraban y caían como si no le quedara al viejo tronco ni una
pizca de vida. Pero ahora advierto que aún alentaba en él la vida.” Y volviéndose hacia mí, me aconsejó: “Nunca olvides
esta importante lección. Jamás cortes
un árbol en invierno. Jamás tomes una decisión negativa en tiempo adverso.
Nunca
tomes las más importantes decisiones cuando estés en tu peor estado de ánimo.
Espera. Sé paciente. La tormenta pasará. Recuerda que la primavera volverá”.
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