Había una señora que desconfiaba mucho de todas las personas,
siempre estaba culpándolas por cualquier cosa, así que ella vivía sola, pero
tenia de ayudante a una muchachita.
Una de las cosas que más quería esa señora era una aguja de oro
con que cosía todas las tardes, hasta que un día por más que la buscó no la
encontró. Así que acuso a la muchacha, y le dijo que ella era la que había
robado su aguja de oro y la despidió.
Un día por la tarde la señora decidió ir al patio y encontró un
lindo nido que le llamó la atención, subió a ver a los pajarito y
...¡sorpresa!, encontró que su aguja de oro estuvo ahí todo el tiempo.
El Pájaro había tomado el hilo con la aguja para construir su
nido.
La señora se sintió muy mal por haber despedido a la única
persona que en verdad la cuidaba y la quería.
Nosotros debemos aprender a no juzgar a las personas antes de
saber la verdad, porque nos podemos equivocar, y puede ser que esa equivocación
nos duela mucho.
Cuántas veces hemos destruido a alguien por juzgarle apresuradamente.
Pidamos a Dios sensibilidad para poder vivir equilibradamente.
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