Una señora de edad había esperado toda la vida la oportunidad de
viajar en un tren. Quería contemplar, devorar cada paisaje con los ojos y
disfrutar todo cuanto pudiera en los kilómetros que iría a recorrer.
Entró muy
decida en el vagón de pasajeros y cuando el tren partió, comenzó a acomodar los
paquetes y cestas que traía, trató de arreglar confortablemente su asiento y
acomodar las cortinas, y colocarse en situación cómoda pero …
de repente, cuando ya estaba lista para comenzar la contemplación del paisaje, el conductor voceó el nombre de la estación a la cual iban, ¡habían llegado!.
de repente, cuando ya estaba lista para comenzar la contemplación del paisaje, el conductor voceó el nombre de la estación a la cual iban, ¡habían llegado!.
“Que pena”, dijo ella, “si hubiese sabido que llegaríamos tan
pronto no habría perdido tiempo en pequeñeces”.
No perdamos el enfoque real en nuestra vida. Las pequeñeces muchas
veces nos desvían y distraen del verdadero paisaje, de las cosas grandes que Dios
tiene para nosotros.. démosle a Él, el lugar que merece…
El Primer lugar.!
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