Un capitán y su
tripulación viajaban en medio de una terrible tormenta durante una oscura noche
y luego de varios días en altamar. El pequeño barco era golpeado
insistentemente por las olas y el viento, y se mecía casi hasta volcarse
mientras toda la estructura crujía y se retorcía hasta que parecía
despedazarse. Habían perdido los instrumentos y no sabían ni siquiera donde se
encontraban.
En medio de todo esto
el capitán no hacía más que gritar y maldecir, gritando a Dios y reprochándole
todo lo que pasaba y que habían sido abandonados por Él. Tomado firmemente del
timón en la proa gritaba a los truenos, los relámpagos y el cielo al saberse
perdido.
En ese momento, un
marinero dejó su puesto y corrió donde el capitán quien le reprendió
fuertemente en medio de la tormenta y la lluvia.
- "Por qué dejas
tu puesto! Podemos perder el mástil", le gritó el Capitán.
A lo que el marinero
contesta:
- "Lo sé señor!
Pero hace mas de 10 minutos se vislumbra la luz del faro del puerto!!! Pero
usted no la ha visto por estar gritando."
Cuantas veces no vemos
la ayuda de Dios por quejarnos constantemente de todo lo que tenemos. No
hacemos mas que rechazar todo lo que tenemos.
Tal vez Dios no te de
una vida sin tormentas, pero puede estar seguro de que siempre, en medio de la
más cruel y feroz tormenta que puedas imaginar, El estará presente con su luz
mostrándote el camino y recordándote que se encuentra siempre a tu lado.
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