domingo, 14 de mayo de 2017

NUEVO DÍA

Cuando amas lo que eres no hay cosa inconquistable ni inalcanzable. Cuando realmente te amas a tí mismo, vives solamente en la luz de tu propia risa y viajas solamente por el camino de la alegría. Cuando estás enamorado de tí mismo, entonces, esa luz, esa fuerza unificada, esa felicidad, esa alegría, ese jubiloso estado de ser, se extiende a toda la humanidad. Cuando el amor abunda dentro de tu maravilloso ser, el mundo, con todos sus desagrados, se convierte en algo hermoso, y la vida se llena de sentido y de alegría.

No hay amor más sublime en la vida que el amor del Yo. No existe amor más grande, pues a partir del abrazo del Yo existe la libertad. Y es en esa libertad donde nace la alegría. Y gracias a ese nacimiento, el Espíritu es visto, conocido y abrazado. El amor más profundo, más grande y más significativo es el amor del Yo puro e inocente, la magnífica criatura que se sienta entre las paredes de la carne y que se mueve y contempla, crea, permite y es. Y cuando tú ames lo que eres, sin importar cómo seas, entonces conocerás esta magnífica esencia que yo amo, que se halla detrás de todos los rostros y dentro de todas las cosas. Entonces amarás como el Creador ama. Así es fácil amar y asentir a lo que es. Así es fácil ver al Espíritu en toda la vida

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