Los
maratonistas aprenden varias lecciones importantes durante los años de
entrenamiento.
No
importa lo experimentado que sea un corredor, una pequeña piedra en el camino,
un paso mal dado, una distracción o miles de otros obstáculos pueden aparecer
en cualquier momento, interrumpiendo el paso del corredor y ocasionando un
accidente o un daño.
Lo mismo
ocurre en el matrimonio. El tiempo prolongado que lleven de casados no brinda
inmunidad a los problemas.
Los maratonistas aprenden a regular el paso
para no agotarse en los primeros kilómetros de la carrera.
De la
misma manera, las parejas debieran ser sabias al ver la relación como de largo
alcance y así poner a los problemas y las diferencias en la perspectiva de un
cuadro mayor.
Por
último, los maratonistas, a excepción de unos pocos que encabezan el torneo,
corren para mejorar sus propios tiempos. Corren para terminar la carrera y
tratan de hacer su esfuerzo.
La
competencia puede arruinar una relación. Lo mejor que cada uno puede hacer es
procurar dar lo mejor de sí y esforzarse por lograr que la relación sea lo
mejor posible.
La vida de casados es un maratón. No basta
con un gran comienzo para un matrimonio duradero. Se necesita determinación.
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