Leslie
Dunkin contó de un perro que tenía cuando era muchacho. Su padre, de vez en
cuando, probaba la obediencia del perro. Colocaba un tentador trozo de carne en
el piso y daba esta orden: "¡No!". El perro, que debe haber tenido
una fuerte urgencia de tomar la carne, terminaba en una posición muy difícil:
obedecer o desobedecer la orden de su amo.
Dunkin
dijo: "El perro nunca miraba la carne. Parecía que pensaba que si lo
hacía, la tentación de desobedecer sería demasiado grande. Así que miraba
fijamente a la cara de mi padre." Dunkin, entonces, hizo esta aplicación
espiritual: "Hay una lección en eso para todos nosotros. Siempre mira el
rostro del Maestro".
Este
es una gran ejemplo. Dios, nunca nos tentará a hacer lo malo. Sin embargo
encontraremos muchas tentaciones en la vida, pero si mantenemos la vista fija
en nuestro Señor Jesucristo, podremos sobreponernos a ellas.
-Leslie
E. Dunkin-
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